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Cultural

El viaje final de Gonzalo Portals Zubiate: poeta peruano falleció a los 62 años

Homenaje. El poeta y escritor, premio Copé y premio J. R. Ribeyro del BCR, falleció ayer tras resistir por años un mal. Además de creador, fue un decidido promotor de la narrativa fantástica en nuestro país.

Portals falleció a las edad de 62 años. Foto: Alejandra Monterros/La República
Portals falleció a las edad de 62 años. Foto: Alejandra Monterros/La República

Por: Rodolfo Ybarra

El poeta, el amigo, el estudioso, el editor, el antologador, ha muerto. Su tránsito por la Tierra nos dejó más de una treintena de libros entre ensayos, novelas, cuentos, poemas a granel (ganó el premio Copé Poesía en 1993 y el premio de novela corta Julio Ramón Ribeyro 2020, entre otros galardones) e incluso se dio el lujo de editar textos anónimos como si viviera en el siglo XVIII, tal cual su novela Reyezuelo y otro texto que nos hizo prometer no decir nada. También, fue un animador compulsivo de la literatura fantástica y del género de horror, llamándose a sí mismo como un nuevo Nosferatu o el Vampiro de la Cancillería, como le decían sus amigos más cercanos por su trabajo en dicha institución.

Los que lo visitábamos en su casa de Teruel, en Miraflores, y en la calle Belén, del centro de Lima, sabemos de su vida dedicada íntegramente a la escritura, al saber y a la conspiración de nuevos textos, asumiendo siempre retos como la novela de ciencia ficción con Aland Bisso: El llamado de Gea (Lima, 2013) o el Por la boca, muertos, en coautoría con este servidor, año 2002. O preparando los congresos de literatura fantástica y ciencia ficción, quizás los más importantes en el Perú al lado del profesor Elton Honores.

 Piedecuesta, obra de Portals. Foto: composiciónLR

Piedecuesta, obra de Portals. Foto: composiciónLR

Su vida agitada iba en marea alta entre la orilla de la narrativa y la profundidad de la poesía o viceversa, zonas abisales o batipelágicas. Incansable. Inagotable. En una entrevista a propósito de su premio Copé, dijo: “Yo comencé con la narrativa, pero siempre he considerado, y lo sigo haciendo, que ambos registros son hermanos gemelos con todo lo que eso comporta. Es decir, comporta amor fraterno, pero también comporta celos, envidias y disputas”.

“A fin de cuentas —agregó—, mi tránsito, entre uno y otro género, ha sido relativamente satisfactorio, diría yo muy placentero, porque, creo, que la base, la esencia de mi creación, siempre ha estado el lenguaje poético por sí mismo”.

Y así escribió Piedecuesta (1994); Confirmaciones de un descreído (1995); Astro regente--luna (1996); Itinerario del cuerpo (1998); El designio de la luz (1999); Voces y visiones: recogidas a la sombra del lirio (poesía, 2015); la antología de literatura fantástica titulada La estirpe del ensueño (2007); Urge púrpura la niebla, antología de poesía siniestra (2007), etc.

Pero Gonzalo Portals también fungió de actor en una obra de César Moro: Ojo de gallo, que hizo el poeta Rubén Quiroz en el cementerio Presbítero Maestro junto con otros amigos escritores y estuvo de modelo vintage y escribió casi un centenar de prólogos, contratapas y textos solicitados para publicaciones limeñas y extranjeras. Y fue uno de los coeditores de Hospital, el último libro del maestro Pablo Guevara.

Hasta siempre, Gonzalo, mi viejo amigo de la juventud, el Lagarto de los pantanos literarios. Ya no jugaremos con tus muletas de aluminio ni recibirás a la poeta Lislibeth Yépez en tu casa de Miraflores (sé que te dolió mucho que ella se fuera antes que nosotros); ya no nos detendremos en la avenida Arequipa para calmar tu corazón y tus ataques de pánico. Extrañaremos tus caminatas y tu pierna de émbolo y tus bailes moviendo las manos de un lado para otro. Y las conversaciones que duraban días y yo te seguía la cuerda porque me sobraba el tiempo y porque no me botabas de tu casa. Y porque siempre más importante que la vida misma era y siempre fue la poesía. Y así te despido, con el alma de vidrio regado en escarcha y con una lágrima que ya es un océano en el teclado y sé que nos volveremos a encontrar como esa última vez en la plaza San Martín, con una sonrisa en el rostro y cargados de libros: “¡Vamos, Rodolfo, a caminar!”.

En ese camino nos encontraremos.

El dato

Sepelio. Sus restos mortales se velarán hoy hasta las 11:00 a.m. en el Ministerio de Cultura. De allí serán trasladados hacia el crematorio de Los Jardines de la Paz, en la Molina.