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Cultural

Quince escaladores unieron por siempre la República Checa a Perú

El grupo de alpinistas checo se aprestaba a subir al Huascarán, pero fue sepultado por un aluvión originado por el terremoto de 1970.

El grupo de Andinistas checos que perdieron la vida en el Huascarán.
El grupo de Andinistas checos que perdieron la vida en el Huascarán.

Por Michal Sedlacek (*)

Hay eventos en nuestras vidas que marcan para siempre nuestro futuro. Todos recordaremos estos difíciles días de COVID-19 por el resto de nuestras vidas. Muchos de los checos recordamos hasta hoy lo que hicimos día a día durante las primeras semanas de la Revolución de Terciopelo, que derribó el opresivo régimen comunista en Checoslovaquia hace 30 años. Y las personas que vivieron hace 50 años el domingo del 31 de mayo de 1970 aún pueden contar en detalle lo que experimentaron ese terrible día.

Hace exactamente 50 años, un devastador terremoto estremeció a Perú y las montañas de la Cordillera Blanca, llevándose consigo 70,000 vidas peruanas. Este trágico evento causó un dolor terrible en todo el país, especialmente en la región de Ancash y su ciudades de Yungay y Huaraz. Por lo que, este domingo conmemoramos ese hecho muy lamentable.

Sin embargo, esta misma tragedia reunió para siempre a dos naciones muy distintas: los checos y los peruanos. El terrible terremoto afectó a muchos países en todo el mundo, desafortunadamente, a la República Checa en particular. Una expedición de alpinismo checa de quince miembros fue enterrada bajo el gigantesco aluvión que cubrió el campamento base ubicado al pie de la montaña más alta del Perú, el Huascarán. Tal suceso se mantiene hasta hoy en día como la mayor tragedia deportiva en la historia de la República Checa. Quince hombres murieron sin siquiera haber empezado escalar la cima de sus sueños.

A su vez, resulta penoso tomar en cuenta que originalmente la expedición escalaría el monte McKinley en Alaska, el pico más alto de los Estados Unidos. Sin embargo, los líderes comunistas checoslovacos de esa época, después de la invasión de los tanques rusos en agosto de 1968, prohibieron al aventurero grupo visitar el país de la libertad. Para los comunistas, los Estados Unidos eran enemigos ideológicos por lo que los escaladores checos quedaron impedidos de visitar el país y disfrutar de su hermosa naturaleza. Obligados finalmente a cambiar sus planes y pese a que no sabían nada sobre Perú y los Andes, aceptaron su nuevo rumbo, esperando poder disfrutar de las magníficas montañas de la Cordillera Blanca. Sin embargo, como si esa hubiera sido la primera señal de varias más por venir que indicaban que el destino no estaba a favor de esta expedición.

Todos los miembros de la expedición eran considerados parte de los mejores alpinistas checos en ese momento. Habían dominado escaladas de gran dificultad en Europa y Asia. Se trataba de lo mejor que el alpinismo checo tenía para ofrecer. Además, de grandes atletas, varios de ellos habían sembrado muchos éxitos en los campos culturales y sociales. Vilem Heckel, por ejemplo, para quien se suponía que el viaje a Perú era su última expedición antes de retirarse, era famoso fotógrafo con exposiciones en toda Europa. Valerián Karoušek fue un exitoso escultor y Arnošt Černík, un reconocido periodista. Es así como la pérdida de estos escaladores tiene un impacto que trasciende la escena deportiva checa.

LA FATALIDAD EN CAMINO

Tan solo llegando a Lima, la expedición había perdido gran parte de su carga. Los trabajadores de la compañía naviera les robaron sus alimentos, equipo de escalada y otros suministros. Sin embargo, la señal más grande que indicaba el trágico destino del viaje se dio cuando experimentaron una tragedia en los Andes peruanos. El miembro más hábil de la expedición y su líder Ivan Bortel sufrió un fatal accidente cuando tropezó con una piedra mojada durante una caminata fácil, cayendo más de 30 metros en una zanja, donde, murió instantáneamente al golpearse la cabeza. Su muerte simbolizó la última oportunidad para reconsiderar sus objetivos.

Después de su funeral, organizado con la ayuda y el apoyo de los lugareños en Yungay, quienes mostraron una increíble solidaridad con la expedición en luto por la pérdida de su muy buen amigo, los escaladores tuvieron una larga discusión sobre el futuro de la expedición. Al terminar la votación decidieron proceder, alternando un poco sus planes: omitiendo la subida preparatoria a Huandoy y yendo directamente a Huascarán.

LA TRAGEDIA

Es ahí donde llegó el terrible domingo del 31 de mayo, durante su último día en el campamento base. Después del trabajo preparatorio todos se reunieron esperando a que un camión los llevara más cerca de la montaña antes de comenzar su ascenso a Huascarán a la mañana siguiente. Sin embargo, el terremoto de magnitud 7.9 en la escala de Richter derribó parte del Huascarán sobre ellos. Nunca tuvieron una oportunidad. El Perú y la República Checa se unieron en luto.

Desde entonces, distintas acciones se han realizado en conmemoración de las pérdidas: la carrera de esquí de 50 kilómetros que se realiza anualmente en las montañas de Jizera en la República Checa fue renombrada en memoria de la expedición. Asimismo, el libro “El viaje termina bajo el Huascarán” fue dedicado a esta tragedia. Y, por supuesto, cabe resaltar que los miembros de las familias regresaron a las montañas andinas dos años después del acontecimiento y dedicaron a sus seres queridos un impresionante monumento cerca del lago Llanganuco.

HOMENAJE 50 AÑOS DESPUÉS

Cincuenta años después, pese a los difíciles tiempos, la Embajada Checa en Lima honrará este fin de semana a estos 15 valientes escaladores de un país que se encuentra a medio mundo de distancia. Como homenaje a este trágico evento, presentaremos una nueva placa conmemorativa en el Monumento ubicado en el antiguo campamento base de la expedición. De igual manera, queremos invitar a las familias y sus niños al estreno privado de un nuevo documental sobre los eventos.

Debido a la conyuntura actual, también tenemos que ajustar nuestros planes. La exposición de fotografías de Vilém Heckel en Lima tuvo que posponerse nuevamente por un año, cuando originalmente, tendría lugar en junio de 1970 después de su exitosa conquista del pico más alto del Perú. Por ahora, tenemos que esperar otro año antes de que sus impresionantes fotos vuelvan a Perú.

La tragedia de mayo de 1970 reunió a Perú y la República Checa como nunca antes. El Huascarán se convirtió en un nombre conocido en mi país. Los Checos se enamoraron del paisaje peruano. Me alegra que podamos rendir homenaje a 15 hombres talentosos que no pudieron cumplir su sueño debido a acontecimientos inesperados de la Madre naturaleza. Pero que viven en nuestros corazones incluso 50 años después. Que Dios los bendiga.

(*) Embajador de la República Checa en Lima, Perú.

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