Falleció la escritora y maestra Hortencia Zúñiga Segura en la ciudad de Pucallpa
Víctima del coronavirus. Publicó “Tania, un ejemplo a seguir”, un libro desgarrador en memoria de la muerte temprana de su hija.
Por Pedro Escribano
Una triste noticia. La escritora y profesora Hortencia Zúñiga Segura murió hoy víctima del coronavirus en la ciudad de Pucallpa. Días atrás, fue internada en el hospital de esa ciudad en donde ya no se pudo hacer nada para salvarle la vida. El domingo pasado había fallecido su esposo.
Hortencia Segura se dedicó largos a la tarea de maestra, a cuyos niños –ahora verdaderos ciudadanos- los formó e instruyó para que sean buenas personas y buenos profesionales. La maestra nació en la ciudad de Pampas, Huancavelica. Desde allí migró hasta llegar a la ciudad de Pucallpa, en donde realizó su trabajo de docencia. A propósito, debemos agregar que Hortencia es hermana del poeta Carlos Zúñiga Segura, quien, además de autor de numerosos libros, es editor de la revista de larga data La manzana mordida.
A pesar de que siempre ella siempre obró en procura del bien de los otros, la vida le enfrentó a varias desgracias, las que ella asumió con temple y valentía.
Uno de los grandes dolores de su vida fue perder a su hija Tania cuando esta era apenas una muchachita de 19 años. Un mal cerebral amenazó su salud y la recordada madres y maestra no escatimó ningún esfuerzo y gastos para tenerla a salvo. Su vida se volvió una incesante peregrinación en consultorios médicos, clínicas y hospitales. Incluso en viajes al extranjero, como a Estados Unidos. Y sin embargo, no pudo hacer nada contra la muerte. Tania falleció.
Y como realmente la vida de Tania había quedado inconclusa, Hortencia optó por extenderla un poquito más a través de un libro, que llegó a publicar con el tituló Tania, ejemplo a seguir, con la editorial Pasacalle.
Por supuesto que no lo escribió con la pretensión de ser escritora. Lo hizo como madre y quizá en el vano intento de retener la vida y memoria de su querida hija. Su experiencia de dolor –nos los dijo en una entrevista que sostuvimos- era intensa que no había otra forma de calmarla que dirigiéndole la palabra a su hija ausente. El libro era ese vehículo, una forma de rezarle y conservarla viva. Y como la buena literatura siempre surge de los grandes dramas humanos, su libro, sin proponérselo, se convirtió en un libro hermoso, de una dimensión existencial que apreta el corazón.
Pero el libro no solo es eso, una confesión de un sentimiento maternal, en tanto recoge el diario de su hija y ella expone su dolor, sino también es un libro que señala la indolencia de un sistema sanitario que a la postre también ha victimado a la misma Hortencia Zúñiga Segura, como a muchos pacientes del coronavirus. En ese sentido, Tania, ejemplo a seguir, es también un libro de coraje, de valentía en denunciar las deficiencias hospitalarias de nuestro país.