Un día como hoy en 1825 partió a la eternidad quien se convertiría en el prócer más querido de nuestra Independencia, dejando nada menos que a 35 discípulos en el primer Congreso del Perú. ,¿Quién no guarda el grato recuerdo de algún maestro que nos dio importantes lecciones de vida que aplicamos por el resto de nuestros días? Pues ahora imagina que esas enseñanzas te sirvieran para convertir al Perú en un pueblo soberano ante el mundo. Este es el caso del poco conocido Toribio Rodríguez de Mendoza, probablemente el prócer más querido en la historia de nuestra Independencia. Curtido en las aulas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el sacerdote y educador Alejandro Toribio Rodríguez de Mendoza, natural de Chachapoyas, desde siempre priorizó entre sus alumnos la comprensión lectora como herramienta de análisis por encima del método memorístico, una decisión que sin saberlo lo llevaría luego a ser considerado el “precursor ideológico” de la justa independentista liderada por Donde José de San Martín. PUEDES VER Germán Astete: el día que un pirata tomó el Huáscar para vencer al Reino Unido Entre sus gloriosas enseñanzas, siempre inculcó a sus alumnos criollos tratar a los indios como sus hermanos y que la grandeza del Perú estaba por encima de cualquier diferencia de piel. Además, sumó a sus esfuerzos por la educación en ciencias naturales y físicas la creación de una escuela absolutamente necesaria dada la diversidad de nuestro territorio: la geografía. Por sus cátedras en el Real Convictorio de San Carlos (hoy Casona de San Marcos) pasaron ilustres personajes como Manuel Lorenzo de Vidaurre, Francisco Javier Mariátegui, José Faustino Sánchez Carrión y Manuel Pérez de Tudela, a quienes invistió en las nuevas corrientes europeas del liberalismo muy a pesar de los conservadores que regentaban el lugar. Por ello, en más de una ocasión fue acusado de fomentar la conspiración en contra del Rey. PUEDES VER Miguel Iglesias: El león pacificador de San Juan y San Pablo Llegado el momento, su amplia trayectoria académica no solo sería coronada con el estampado de su rúbrica en el Acta de la proclamación de la Independencia el 15 de julio de 1821, sino también con el nombramiento de 35 de sus antiguos discípulos como diputados del Primer Congreso del Perú. ¿Qué honor más grande para un maestro que ver a sus alumnos dirigiendo a todo un país? A pesar de algunos altibajos producto de las disputas que aún mantendría con la corona española, su vida terminaría de la forma más honorable posible para una luminaria de su investidura: nombrado decano del Colegio de Abogados de Lima y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en cuyo ejercicio falleció el 12 de junio de 1825. Toribio Rodríguez de Mendoza, el inmortal Actualmente, el Gobierno del Perú a través del Tribunal Constitucional otorga en reconocimiento suyo la ‘Medalla Toribio Rodríguez de Mendoza’ para distinguir a las personas o instituciones por su dedicación al fomento y desarrollo de la Cultura, la Ciencia y la Educación. Como dicen, genio y figura hasta la sepultura. Aunque en este caso, ni la muerte pudo con el prócer más entrañable de nuestra Independencia.