Tal cual como ocurrió hace apenas unas semanas, la industria de consolas de videojuegos acaba de recibir otro ‘bombazo’ tras anunciarse que Sony ha adquirido a Bungie, el estudio desarrollador que creó originalmente la saga Halo (la principal franquicia de Xbox). Este hecho se percibe como una respuesta natural al movimiento que hizo Microsoft a mediados de enero, para hacerse con Activision Blizzard, dueños de importantes series como Call of Duty, Candy Crush y Diablo.
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Es probable que la compra de Bungie por Sony sea percibida como un movimiento de balance de fuerzas; sin embargo, la posición de PlayStation todavía no es positiva. Analistas señalan que los nipones perderían alrededor de 260 millones de dólares al año si Call of Duty llega a ser exclusivo de Xbox (algo que en Microsoft han negado desear, pero que puede ser una posibilidad, ya que nada los detiene).
En este sentido, la compra de Bungie puede representar una acción evasiva para quitarle más títulos a Xbox, en el caso de que las exclusividades vuelvan al mercado de consolas.
Destiny 2, una muestra de lo que puede hacer Bungie:
Por otra parte, Sony podría haber tenido su motivación en Bungie por el hecho de que cuentan con una saga de shooters importante como lo es Destiny.
Que Microsoft tenga Call of Duty como su propiedad hace viable una estrategia similar en Sony, quienes podrían buscar una competencia directa, más allá de la fortaleza de CoD como marca. Además, el hecho de que Bungie tenga el prestigio de ser los creadores de Halo es un plus muy importante en el público gamer, que suele ser emocional.
El mercado de consolas se había mantenido alejado de los títulos exclusivos por buen tiempo. Vale recordar que, hace algunas décadas, consolas como la Super Nintendo y la Sega Genesis contaban con un catálogo mucho más numeroso en exclusivos (con contratos relativamente diferentes a los de hoy). Esto hacía que cada plataforma sea muy distinta a la otra. Con el paso de los años, los estudios third-party abrazaron mucho más el modelo multiplataforma, pero tras las últimas adquisiciones de Microsoft, y ahora de Sony, el panorama podría cambiar nuevamente a algo más cercano a lo que vimos en los años 90.