
En 1988 el cineasta peruano Francisco Lombardi estrenó la película “En La Boca del Lobo”. El filme se basa en hechos reales: la masacre de Socos. Transcurre entre los años 1980 y 1983, cuando el terrorismo de Sendero Luminoso avanzaba de manera incontenible en el Perú, en particular en los Andes Centrales. El relato se centra en los abusos cometidos por un destacamento militar, contra campesinos ayacuchanos. Cuando se presentó en las salas de cine fue criticada por el Ministerio del Interior y algunos mandos militares, por considerar que era mala publicidad contra las FFAA que combatían a Sendero. Lo cierto es que lo narrado en el filme se basaba en hechos reales, tal como lo confirmó, en el 2003, el informe de la CVR.
No obstante, tal como lo explicó Pancho Lombardi en el reciente pre-estreno de su nuevo filme, al que tuve la suerte de asistir, los años le hicieron ver que era necesario mostrar el otro lado de la medalla: la barbarie de Sendero Luminoso. Sobre todo, con el afán de que los jóvenes no olviden lo que significó esa época trágica de nuestra Historia. Basándose en la novela “El Miedo del Lobo”, del escritor Carlos Enrique Freyre, filmó en el 2024 la película “El Corazón del Lobo”. Freyre es un escritor y oficial del Ejército Peruano. Su narración, como la película, se basan también en hechos reales. Esta vez en la zona de la selva en donde moran comunidades asháninkas.
Desde la primera -bellísima- toma, nos adentramos en la espesura del bosque tropical. La cámara nos lleva hasta una aldea, luego a la escena de un padre enseñando a cazar a su hijo, Aquiles. Este niño es el encargado de llevar el peso de la narración, que ciertamente no voy a “espoilear”. Baste decir que es reclutado a la fuerza por los guerrilleros de Sendero que circulan por la zona. Es separado brutalmente de su familia y comunidad. La escena en que los senderistas irrumpen en la apacible vida de la aldea y, armas en mano, arengan con su jerigonza delirante a los estupefactos asháninkas, revela el dogmatismo fanático y delirante de Sendero, y la aterrorizada incomprensión de los nativos de la zona. La historia de este niño de nueve años arrebatado a su mundo y obligado a sobrevivir en un entorno autoritario y violento, hasta convertirse, con el paso de los años en uno más de ellos, es profundamente reveladora de la violencia instalada en el corazón del proyecto senderista.
En realidad, esta “conversión” es solo aparente, pues Aquiles solo sueña con sobrevivir para volverse a encontrar con su familia. Esta historia es tan real que el actor -estupendo Víctor Acurio- se encontró y conversó con el auténtico Aquiles. Es muy oportuno que Lombardi haya sentido la necesidad de filmar a Sendero por dentro. Buena parte del filme transcurre, además, después de la captura de Abimael Guzmán, en 1992. La manera en que son esclavizadas estas comunidades pobrísimas para abastecer al partido, es atrozmente reveladora de lo que era realmente Sendero. Una máquina de abusos y criminalidad, cobijada bajo banderas de liberación y justicia.
No es que el Perú sea una nación equitativa y respetuosa de los derechos de los más vulnerables. No lo era entonces, no lo es ahora. Sendero y sus atrocidades son un engendro patológico de un país enfermo de desigualdad y abandono. Pero eso de ninguna manera debe llevar a romantizar el ensañamiento contra aquellos por quienes decían luchar. Como tampoco, tal como lo explica el citado informe de la CVR y lo narra Lombardi en “La Boca del Lobo”, se pueden justificar los abusos cometidos por las FFAA contra esas comunidades indefensas, sean de la sierra o de la selva.
Es valioso que un grupo de empresarios hayan financiado la película que se estrena en salas este jueves 2 de octubre. Necesitamos que los grandes empresarios se involucren más en la construcción de una sociedad democrática y respetuosa de los derechos humanos. Es necesario conocer el panorama completo de lo que fue el periodo sangriento del conflicto armado interno. Ha hecho bien Lombardi en mostrar el reverso de la medalla. Cuando los habitantes de los centros urbanos vivíamos como si la guerra hubiera terminado, las comunidades asháninkas seguían siendo explotadas salvajemente por los remanentes de Sendero. Las mujeres, el filme lo muestra con claridad, eran tratadas como esclavas sexuales por los mandos senderistas como Feliciano o José. Puede que lo sigan siendo, ahora que los otrora guerrilleros se han reciclado como sicarios del narcotráfico, lo cual podría dar material para otra película.
Es interesante que Pancho Lombardi haya conservado al lobo en los títulos de la película de 1988 y la del 2024. En el primer caso la boca, en el segundo el corazón. Las fauces de la fiera y el núcleo de sus entrañas. Los psicoanalistas podríamos hablar de la voracidad descontrolada, por un lado, y el deseo alucinatorio, por el otro. Lo importante es que la bestia es la misma. Las víctimas también. ¿Cuánto hemos aprendido de ese periodo cuyos remanentes siguen operando en el VRAEM? ¿Cuánto hemos avanzado desde entonces? No es trabajo del cine responder a estas preguntas. El poder de las imágenes es el de hacernos pensar, no darnos respuestas.
Termino recordando a quienes usan el insulto “terruco” contra quien se atreva en esta época oscura a hablar de democracia y derechos, que vean la película y reflexionen. Esto, por supuesto, nos concierne a los peruanos, más allá de nuestra visión del país. Se estrena este jueves 2 y la recomiendo con énfasis a todos, en particular a los más jóvenes.

CINEPLANET: 2 entradas 2D + 2 bebidas grandes + Pop corn gigante. Lunes a Domingo
PRECIO
S/ 47.90
ALMUERZO O CENA BUFFET + Postre + 1 Ice tea de Hierba luisa en sus 4 LOCALES
PRECIO
S/ 85.90
CINEMARK: Entrada 2D - opción a combo (Validación ONLINE o mostrando tu celular)
PRECIO
S/ 10.90
PERULANDIA: 1 Entrada +Vale de 30 soles + bosque encantado + piscinas + Perusaurus en Huachipa
PRECIO
S/ 49.90