
Las elecciones nacionales del 2026 vienen con un presente griego. El Congreso ha decidido hacer cambios en las normas electorales, algunos de ellos, como la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), han sido ampliamente comentados. Pero otros han pasado sin mayor análisis y valdría la pena revisarlos.
En esta columna quiero hacer énfasis en la variación hecha sobre la valla electoral. Un cambio que pareciera menor, pero que puede alterar significativamente el resultado final de la elección, más aún cuando tenemos la amenaza de tener alrededor de 40 listas compitiendo.
En las últimas elecciones tuvimos como valla electoral alcanzar al menos el 5% de los votos válidos o lograr la elección de 5 parlamentarios. Así, el Partido Morado logró tener representación en el parlamento, pues obtuvo 5.4% de los votos válidos, pero sólo 3 parlamentarios electos.
Para el 2026 tendremos dos vallas electorales, una para la Cámara de Diputados y otra para la Cámara de Senadores. Cada una funcionará de manera autónoma, es decir, para que un partido tenga representación en ambas cámaras debe cumplir simultáneamente con los requisitos establecidos para cada una de ellas.
Esta vez se ha establecido que la valla sea conseguir 5% de los votos válidos y 5% de los representantes de la cámara. Es decir, para que un partido tenga asientos como senadores, tiene que tener 5% de los votos válidos y 3 senadores. Para lograr curules de diputados debe tener 5% de los votos y además 7 congresistas electos.
Si esta reglamentación hubiera estado vigente, partidos como Juntos por el Perú (JPP), Somos Perú (SP), Podemos Perú (PP) y Partido Morado (PM) no hubieran llegado al parlamento. En lugar de 10 partidos con representación, hubiéramos tenido 7.
Algunos dicen que esto fortalecería la representación, pues un número menor de bancadas da mayor estabilidad a la política parlamentaria. Pero parecen olvidar que el número de organizaciones que ingresan no es, casi nunca, el número de bancadas que se terminan formando en el parlamento. Recordemos el caso de Fuerza Popular en las elecciones del 2016, con 73 parlamentarios y que terminó con 53. Veinte de sus parlamentarios terminaron formando otras bancadas. Reducir el número de partidos que ingresan no es garantía de solidez y estabilidad.
Por otro lado, es importante ver cuanta distancia hay entre la voluntad de los votantes y la representación realmente existente.
Volvamos al último proceso electoral. De los 17 millones de votos emitidos, 4.8 millones de votos fueron blancos o viciados. Alrededor de 2.4 millones se fueron a partidos políticos que no pasaron la valla. Si sumamos la votación que obtuvieron JPP, SP, PP, PM, que con las nuevas reglas no pasarían la valla, tendríamos 10 millones de votos que no serían valorados en la definición final de curules. Es decir, el 56% de los votos emitidos.
Pensemos qué va a pasar con la dispersión del voto en las elecciones del 2026, en las que tendremos el doble de listas postulando. El 2021 llegamos a 20, esta vez serán alrededor de las 40 listas. Lograr el 5% de los votos válidos y al menos 7 diputados no será para nada tarea fácil y un gran número de ciudadanos que emitan su voto sentirán una mayor desconexión de la que ya sienten en relación a las y los representantes electos en el parlamento.
Como ya he señalado en otras columnas, el actual Congreso ha creado un nuevo Senado con una concentración mayor de poderes. Un espacio al que anhelan llegar, razón por la cual han aprobado la reelección, a la vez que endurecido las trabas para ingresar. Una peruana de 35 años puede postular a la presidencia, pero no al Senado, salvo que haya sido congresista antes. Ahí una pequeña trampa. Reducen el espacio, salvo para los del club parlamentario hoy existente.
Pero el cambio de la valla es también un mecanismo para entrecerrar las puertas del Senado. La mayoría de partidos con representación actual cuenta con la dispersión como uno de sus principales aliados. La última encuesta de IPSOS sobre partidos políticos, no sobre candidatos presidenciales, coloca a Fuerza Popular, Acción Popular, Alianza Para el Progreso, Perú Libre, Somos Perú, Renovación Popular y Avanza País como los únicos que aparecen por encima del 2%, fuera del pelotón de otros.
Esta foto es evidentemente muy prematura y las campañas electorales cambian considerablemente los resultados, pero parten por tener un reconocimiento mayor en una carrera a la que ingresarán cerca de 40 logos/nombres que casi nadie conoce. Si bien el rechazo a quienes están en el parlamento es muy alto, esto no quiere decir que sus potenciales contendores logren concentrar el porcentaje mínimo de votos que se requiere para ingresar al parlamento, así como el número de curules necesarias.
Puede ocurrir además que, visto el tipo de voto para el Senado, que tiene, por un lado, una lista nacional y por otro una elección uninominal, es decir, un solo representante resulta electo por región, tengamos varios departamentos donde las o los ganadores no resulten finalmente electos. Algo parecido a lo que pasó con Democracia Directa cuando tuvo a Gregorio Santos como candidato presidencial, que obtuvo la mayor cantidad de votos en Cajamarca, pero no alcanzaron el 5% nacional y por tanto sus candidatos al congreso, pese a haber ganado la contienda, no obtuvieron una curul.
La grieta se profundizará, endureciendo el desapego, la desafección, de la ciudadanía con sus representantes políticos. Pero también abonando al desinterés de la representación nacional por el sentir popular. La condiciones para un ejercicio de poder autoritario están servidas.

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