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Opinión

Dina en llamas, por Eliana Carlín

Los intentos del Ejecutivo por lograr la autorización del viaje lindan con la indignidad. Una parlamentaria habla incluso de “acoso” desde funcionarios tratando de cambiar su voto, sorprendidos seguramente por el cambio en votos que consideraban muy seguros

Esta semana, para sorpresa de muchos, el pleno del Congreso negó por primera vez un permiso de viaje a Dina Boluarte. Esto impedirá que Boluarte participe en la Asamblea General de Naciones Unidas, y en el resto de actividades programadas en la semana de Alto Nivel del 79 periodo de sesiones. El permiso de viaje fue rechazado con 55 votos en contra, y fue apoyado por las bancadas de Fuerza Popular, Avanza País, Alianza para El Progreso, Acción Popular y parcialmente por Renovación Popular.

Es importante mencionar que dentro de algunas de las bancadas que votaron en contra del viaje, al menos en las más conservadoras, numerosos miembros se han manifestado previamente en contra del sistema de Naciones Unidas, por lo cual negar la participación de la presidenta en la Asamblea General, es consistente con su postura “anti-globalista”. Con esas posturas es que se ha venido sosteniendo el cogobierno.

Repasemos que ha ocurrido recientemente en Torre Tagle. La reciente remoción del excanciller González-Olaechea mortificó a muchos de los previamente aliados incondicionales de Dina Boluarte. El nuevo Canciller ha sido acusado de cambiar la postura que se sostenía con Gonzalez- Olaechea respecto de la situación de Venezuela.

El argumento principal del rechazo del viaje de Boluarte tiene que ver con los terribles incendios forestales que consumen miles de hectáreas y más de 20 regiones del país. Y se han cobrado al menos 15 vidas. La reacción del gobierno no solo ha sido lenta e ineficiente, sino que ha sido indolente y llena de desprecio, tanto en los gestos como en las palabras de la propia presidenta.

Los intentos del Ejecutivo por lograr la autorización del viaje lindan con la indignidad. Una parlamentaria habla incluso de “acoso” desde funcionarios tratando de cambiar su voto, sorprendidos seguramente por el cambio en votos que consideraban muy seguros. El mensaje a la Nación del día miércoles 18 de septiembre es una muestra de descomposición del régimen más importante de lo que podríamos pensar. No solo es una pieza absolutamente inútil de comunicación política, sino también el sometimiento público a un Congreso que hoy no sienten más como el aliado tan sólido. Esta votación es una campanada reveladora de que podría acelerarse un desenlace del gobierno de Boluarte.

Al acercarse el año 2026 va a llegando el momento en que a los partidos políticos se les hace necesario desmarcarse de Boluarte si quieren resultados decorosos en las urnas. Hace un año, una votación así hubiera resultado imposible, pese a que la aprobación popular ya se encontraba por los suelos. Estamos en un nuevo momento político: el epílogo del boluartismo. El final de la insignificancia. El Perú tampoco necesitará sus lágrimas cuando esta gestión termine de arder en llamas.