Una presidenta con solo el 5%, ¿por qué no cae? ¿Qué podría fragilizar su alianza de facto con el Congreso? Se dice que depende mucho de la batalla que dan las instituciones clave (JNJ, fiscalía, JNE) y de la calle.
¿Qué se dice cuando se dice “la calle no prende”? Cierto, las protestas en el sur fueron reprimidas con tal ferocidad que muchas personas que solían marchar en Lima se quedaron en casa, a resguardo de las balas. Pero otras no vieron en el llamado de las marchas de la “Toma de Lima” una ruta de salida política, como sí hubo en 2020 y 2000. Se exigía la “salida” de Boluarte, el “cierre del Congreso”, una “Asamblea Constituyente”, “elecciones y referéndum”, la “reposición de Pedro Castillo”, etc. Una amalgama de posibilidades dispares. No hubo y no hay un acuerdo unitario sobre la ruta de salida.
Tal vez no hay “candela” en las calles de Lima por la distancia que hay entre esa falta de acuerdo unitario y la casi unánime respuesta de salida a la crisis que da la población: elecciones anticipadas, 78% a 82% (IEP).
Algunos insisten en convocar juntas elecciones generales y referéndum. Un problema adicional aquí es que tampoco hay un acuerdo sobre qué preguntar: ¿Asamblea Constituyente?, ¿Asamblea Constituyente con cuota indígena?, ¿Congreso Constituyente?, y ¿en votación distrito único o en distritos electorales?, etc. Esa definición no existe. ¿Cómo pedirle a la gente que se pronuncie sobre un tema por definir?
Por lo demás, este Congreso está mucho más lejos de aprobar un referéndum constituyente que de convocar a elecciones anticipadas. Pero este “no” del Congreso no tendría que llevarnos a tirar la toalla hasta el 2026, sino a forzar elecciones anticipadas. ¿Alguien duda que las mejores condiciones políticas para el debate constituyente se darían bajo un gobierno elegido democráticamente?
Juan de la Puente apunta que el centro político ha pugnado desde el inicio de la Transición por avances en derechos políticos para peruanas y peruanos, pero no tiene, a diferencia de la izquierda, la misma unanimidad en lo económico: ¿qué hacer con la Constitución de 1993 que ata el rol estratégico del Estado para liderar reformas y promover nuevos procesos de acumulación? A decir verdad, hoy, una centroizquierda (Ahora Nación, Confluencia Perú) se muestra a favor de un debate constitucional, mientras un centro liberal mantiene resistencias.
De abrirse un debate constituyente bajo un nuevo gobierno en democracia, progresista, que recoja las lecciones aprendidas del proceso chileno, y dé paso a un referéndum (cambio/reforma), se podría desencadenar un proceso que amalgame voluntades e ilusiones en torno a nuestro futuro común, a un nuevo “Contrato Social”.
De ahí que más que preguntarnos ¿por qué no cae Boluarte? podríamos empezar a preguntarnos: ¿la oposición podrá salir de su impasse (elecciones vs. referéndum)?, ¿será capaz de adoptar un acuerdo unitario que “prenda la calle”? Se resiente en este afán el ejercicio de liderazgos; son imprescindibles.