Desde la era glacial (hace 10 mil años), el mundo ha perdido un tercio de sus bosques y la mitad de esa pérdida ha ocurrido en el último siglo (Our World in Data, 2024). La deforestación ocurre por deforestación impulsada por tala, silvicultura, agricultura migratoria e incendios forestales (IPCC,2019). Cada año, se pierden 5 millones de hectareas de bosque, el equivalente a 5 millones de campos de futbol o 5 veces el tamaño de Jamaica.
Solo en los países tropicales, entre el 2005 y el 2015, se deforestó esa cantidad de bosque (Pendrill et al. 2019) 1 tercio de esta deforestación ocurrió en Brasil (ibidem), un país que ha sufrido eventos climáticos extremos en el último año entre los cuáles incendios forestales (más de 22 mil focos de incendio en octubre 2023 (ONU, 2024)) y sequía en la Amazonía (Organización Metereológica Mundial, 2024). Científicos han demostrado la correlación entre deforestación y sequía en los bosques tropicales, comparando el bosque Amazónico, la selva del Congo y el sudeste asiático, demostrando así cómo el ciclo del agua (lluvias, evaporación, etc) está asociado a la vegetación (Smith et Al. 2023) y cuando ésta se altera, se alteran las lluvias.
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Las recientes lluvias en Brasil y los posteriores desastres naturales también podrían asociarse a la deforestación: al eliminar árboles, se altera el suelo (el suelo pierde capacidad de retener agua, entre otros), provocando así deslizamientos y otros desastres naturales con consecuencias para la vida humana (más de 100 personas han perdido la vida en Brasil a causa de las intensas lluvias).
El impacto de la deforestación en la salud tiene diferentes niveles (Ellwanger et al. 2020). Un primer nivel es la generación de condiciones para la emergencia de nuevos patógenos (un microorganismo capaz de producir enfermedad, comunmente conocido como germen). Por ejemplo, la remoción de suelo puede aumentar la exposición de las personas a esporas (cuerpo microscopico que tiene una bactería), provocando nuevos brotes de enfermedades como la paracoccidioidomicosis, una enfermedad infecciosa causada por el hongo P. brasiliensis.
Otro nivel es la alteración de habitats y generación de condiciones para la reproducción de vectores como los mosquitos. Investigaciones han asociado la alteración del equilibrio ecologico debido a la deforestación con la minería ilegal y la re-emergencia de enfermedades infecciones como malaria y hantavirus. La deforestación afectará también a los ambientes acuáticos y terrestres, alterando factores como la temperatura y el pH, lo que favorecería la emergencia de Candida auris y Cryptococcus gattii. Brotes de rabia también han sido asociados con entornos deforestados, que permiten mayor contacto entre perros o murciélagos infectados y humanos.
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Tener en cuenta las consecuencias de la deforestación en la salud es necesario en un contexto en que en nuestro país se debate el futuro de la ley forestal. No contar con un marco legal que proteja nuestros bosques es también abrir el paso a la emergencia de un conjunto de riesgos que se podrían traducir en futuras epidemias.