Cargando...
Opinión

Más allá de las elecciones, por Hugo Otero

"La situación peruana es violenta y las protestas por los derechos humanos y sociales son sofocadas de manera similar a la forma en que se aborda la creciente delincuencia".

larepublica.pe
OTERO

El país enfrenta el fracaso del sistema social y económico, cuyas consecuencias desastrosas van más allá de lo que puede resolver la elección de un nuevo presidente y también del Congreso.

Hemos llegado a un punto donde no es posible alcanzar un acuerdo para salvar la democracia. Las mafias han tomado el poder, dominan el Congreso, instituciones públicas y el Gobierno fantoche de la presidente Boluarte. En estas condiciones crece el hambre, la pobreza, el sufrimiento y el país está a la deriva sin dirección mientras la crisis se profundiza

Responsables del desastre son los mafiosos o representantes de las mafias. Sin embargo, la política no ha desaparecido; ahora es campo de negociados, licitaciones mal habidas, juicios amañados, de congresistas y de la alta burocracia que se fija sueldos de lujo y privilegios, así como de los altos mandos de las FFAA y de la Policía. También de empresarios y empresas del sector privado que obtienen del Estado prebendas sin límite.

El otro campo es el de aquellos que luchan por vencer el desastre y claman justicia. Es la mayoría que combate desde las calles y los pueblos, las provincias y el campo, los colegios y universidades, los centros de trabajo, también desde la creación musical, las artes y las redes sociales… combaten desde la indignación y la esperanza de millones. Quieren transformar el Perú en un país justo, libre y culto, pues esa es la meta más allá de las elecciones. Son los que creen que el pasado no es posible cambiar, pero que todavía se puede construir el futuro peruano.

Para superar el "empantanamiento" -palabra que utilizan los obispos en una reciente declaración pública-, se necesita visión política no policial ni militar como la tiene el Gobierno de la presidenta Boluarte.

En este contexto las elecciones podrían fragmentar más al país. Con más de 30 partidos en competencia, existe la amenaza de que una opción mafiosa gane, imponga orden con fuerza bruta y establezca una democracia superficial y falsa.

La situación peruana es violenta y las protestas por los derechos humanos y sociales son sofocadas de manera similar a la forma en que se aborda la creciente delincuencia.

La tensión aumenta en un ambiente caldeado, donde el diálogo y el debate se hacen muy difíciles. El fracaso del proceso electoral sería un nuevo desastre que se añadiría a una situación ya deteriorada.

Los partidarios de una solución autoritaria ni siquiera escuchan a Julio Velarde, presidente del Banco Central (BCR) y personaje clave de la conducción económica, quien sostiene que la recuperación del PBI solo puede lograrse “cambiando las reglas fundamentales”. Velarde destacó la necesidad de cambios democráticos para asegurar la estabilidad política y la recuperación económica.

Ir más allá de las elecciones implica entender que la gente elegirá a cualquier candidato que canalice su indignación y prometa justicia rápida y efectiva. Es responsabilidad de los demócratas elegir un presidente que garantice la convivencia democrática y el futuro del Perú.