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Opinión

Muevan las industrias, por Humberto Campodónico

“No entienden, debido al dogma, que ya se acabó el superciclo de precios de las materias primas y que no aprovechamos (en el Perú y en toda la región) para avanzar hacia el desarrollo productivo”.

larepublica.pe
CAMPODÓNICO

En el 2023, de los 17.1 millones de peruanos de la Población Económicamente Activa (PEA), alrededor de 12.5 millones trabajan de manera informal: el 73% de la población, la misma tasa que en el 2008.

La informalidad se identifica con el llamado empleo precario (no hay contrato de trabajo, ni vacaciones, ni CTS, ni pensión para la vejez, entre otros) y tiene varios problemas que, en realidad, son los del país.

Esos 12.5 millones se dividen así: los trabajadores independientes son el 45%; el 24% labora en pequeñas empresas de 2 a 10 trabajadores; el 14% son trabajadores familiares no remunerados y otro 14% se cataloga como “otros” (aquí entran desde los delincuentes hasta los mineros ilegales de oro, pasando por la tala ilegal); el 3% restante corresponde a los (las) trabajadores del hogar (1).

Muchos de ellos no son pobres: en el 2019 la tasa de pobreza era 20%. El problema es, de un lado, la baja productividad y su escaso aporte en valor agregado y, de otro, el enorme crecimiento de las economías delictivas que generan importantes “ingresos ilegales”.

Todo lo contrario con el sector formal. La más alta productividad está en la minería, los servicios financieros y electricidad gas y agua: pero solo emplean al 2.4% de la PEA (ver gráfico). Le sigue la productividad media: manufactura, construcción, transporte y almacenamiento, con el 22.7%. Después vienen los sectores de baja productividad (con buena cantidad de informales): servicios, comercio (agricultura, caza y pesca), el 75%.

Dicho esto, hay que remarcar que sectores modernos y con alta productividad aparecen “subsumidos”. Allí están, por ejemplo, los restaurantes de alta gama en el sector servicios, los grandes malls en el sector comercio y la agroindustria costera en la agricultura en general.

Más allá de ello, lo central es que esta estructura de la producción y empleo es la clave de nuestros problemas, no solo en términos económicos, sino también sociales y políticos. Son los componentes de lo que Francisco Durand llamó “el Perú fracturado” y que en los últimos años han contribuido a la “lumpenización” del país.

Y en el horizonte no se vislumbra un escenario de crecimiento del PBI que, en el mejor de los casos, prolongaría la fractura peruana. Según el MEF, el PBI potencial para los próximos años gira alrededor del 3% (optimista “a toda vela”). Esto, decimos nosotros, debido a una “desindustrialización prematura”, pues ha disminuido fuertemente la importancia del sector industrial, que tiene alta productividad, es capaz de proveer amplio empleo formal y mayor valor agregado.

Eso dice también la OCDE sobre Perú: “Avanzar hacia una economía de altos ingresos basada en el conocimiento y la innovación –respaldados por una amplia base de empresas productivas y formales– requiere un conjunto de nuevas condiciones adecuadas. Las anteriores rondas de reformas se centraron sobre todo en un pequeño número de instituciones públicas que se convirtieron en ‘islas de eficiencia’ con el fin de garantizar un marco de condiciones favorables –como estabilidad macroeconómica, acceso al capital y previsibilidad regulatoria– para la relativamente pequeña economía formal, especialmente en el sector de las materias primas” (2).

Eso es exactamente lo que tiene que cambiar. Pero aquí el establishment económico y político solo quiere volver a la ortodoxia pura y dura de los 90. No entienden, debido al dogma, que ya se acabó el superciclo de precios de las materias primas y que no aprovechamos (en el Perú y en toda la región) para avanzar hacia el desarrollo productivo.

Terminar con la informalidad y las economías delictivas pone a la orden del día una agenda distinta. En ese camino se instala la discusión sobre una nueva política industrial, como lo plantea el proyecto de ley presentado al Congreso por la Sociedad de Industrias. ¿Se ocupará este Congreso de “mover las industrias”, como querían Los Prisioneros? ¿O seguiremos prisioneros? Hagan sus apuestas.

(1) OIT 2020, Perú: Informe de Julio Gamero (lamentablemente fallecido) y Julio Pérez.
https://bit.ly/46PayY4

(2) Informe Perú de la OCDE 2023, página 63. https://bit.ly/47XW3Cq