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Opinión

Estabilidad de baja intensidad, por Augusto Álvarez Rodrich

Sobre los viajes al exterior de la presidenta Dina Boluarte.

larepublica.pe
AAR

No es primera vez que la presidenta Dina Boluarte sale del Perú y habla de la estabilidad de su Gobierno, aunque esta vez la reacción en el país generó más revuelo que antes.

El Perú ahora es un país que está en calma, que está en paz luego de aquel 7 de diciembre del golpe de Estado, luego de la asolada golpista que, en las últimas dos semanas y media de diciembre del 2022, y dos meses y una semana del 2023, en pérdidas económicas ha sido mucho más alto que el mismo COVID-19 del 2019”, señaló Boluarte anteayer en Washington en un foro del BID.

Si ya aludía al COVID-19 que dejó 300 mil muertos, es una omisión lamentable que no se refiriera a las 48 muertes en esos conflictos, al menos para ofrecer su versión y el allanamiento a la Fiscalía y las recomendaciones de la CIDH.

Unas semanas antes, en Stuttgart, Boluarte señaló que, “frente a difíciles retos en el ámbito interno e internacional, mi gobierno le ha dado estabilidad al país y lo ha colocado en la senda del crecimiento con inclusión y equidad”.

Mención aparte merece la supuesta cita de Boluarte con Joe Biden que nunca se produjo ni estaba en agenda, lo que desmerece la relevancia de un viaje que sin esa cita igual era valioso.

Es obvio que los viajes al exterior de Boluarte buscan proyectar estabilidad. Salvo Zelenski​ y otros pocos más, ningún jefe de Estado viaja al exterior para dramatizar lo que ocurre en su país.

Pero la estabilidad siempre es un asunto relativo. Frente a la turbulencia de inicios de año, tiene razón Boluarte en que hoy existe mayor tranquilidad en el Perú. Asimismo, frente a lo que ocurre en varios países de América Latina, una región hoy muy complicada. La delincuencia y el crimen organizado parecen estar peor que en el Perú en Ecuador y Colombia, donde acaban de secuestrar al padre de un futbolista colombiano del Liverpool y el Gobierno de Gustavo Petro se aísla y tambalea.

En comparación, la situación peruana parece de una estabilidad que, como se ha dicho en esta columna hace cuatro meses, es de baja intensidad debido a la muy baja aprobación de la presidenta Boluarte ante problemas graves como la recesión económica y la inseguridad. Como un enfermo estable en sala de UCI que, al primer estornudo, se nos podría ir al más allá.