Arequipa la poesía te celebra, recordamos a las mujeres que te legaron versos, postergados y ansiosos que en su momento no se difundieron, probablemente por timidez o por la condición subordinada que rodeó a las escritoras de provincia.
Aparecen como estrellas fugaces con creaciones que merecen recordarse y reivindicarse. La poesía arequipeña es femenina.
La inspiración viene de la tierra, que alberga y acuna "Espíritus fecundos, / creadores, que llevan en su frente hermosa llama, / del genio los destellos brilladores/ y el fuego de un volcán que los inflama". Felisa Moscoso de Chávez (1847).
Isabel de la Fuente es Julia, se nutre del paisaje que sublima y motiva. “Soberbio Misti! ¿exhalas de tu seno/ esos efluvios de letal tristeza? / yo te contemplo espléndido y sereno”.
“La última mañana: montes azules, escarchas en los andenes, humo del tren que arremolina mi pena en una quebrada… en las manos pobres de rumbos de un chacarerito". Blanca Del Prado (1903), evoca en su objeto lírico la nostalgia de su pueblo.
Mercedes Gibson impregna de fuerza las palabras, lo efímero se vuelve perecedero, late cobra vida “Antes del dolor/ el aliento del mar/ el resplandor de mi infancia”.
“Y en el eco vibrante/ de tus notas armoniosas/ se diluye el encanto/ de mi alma hecha luz”. Hermelinda Morante (1904), llega para tejer palabras al unísono el sentimiento que inunda.
Andreina Rivera (1912), maestra de primaria, reflexiona con pasión contenida, la palabra en el verso. “Estas manos mías/ maduras y frías/ cargadas de arrugas y melancolía/ ya no son de nácar, / ya no son/ pequeñas”.
“Y aún te estoy mirando estoy mirando con tu saquito rojo, / parado sobre el Misti, montado en el Chachani, / rasgándose el paisaje ya siempre sin crepúsculos/ llorándome la vida por todos los costados” Carmela Núñez Ureta (1921).