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Opinión

Ana Istarú germinal y vital

Por Carmen Rivera. Ana Soto Marín (1960) es dramaturga, actriz, poetisa y columnista de opinión. 

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Carmen Rivera. Foto: La República

“Ábrete sexo/como una flor que accede, / descorre las aldabas de tu ermita, / deja escapar al nadador transido, / desiste, no retengas/ sus frágiles cabriolas” (Istarú, 2023).

Ana Soto Marín (1960) es dramaturga, actriz, poetisa y columnista de opinión. Nace en San José de Costa Rica, por su padre accede al universo de la literatura y por su madre conoce la pasión por el teatro. Sus creaciones se tradujeron al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, sueco y albanés. “Vida: acoge a esta criatura/ que cabe en un durazno. / Yo te nombro en su nombre su madrina. /Alzo por ti mi vientre. /Vida: abre los brazos” (Istarú, 2020).

Una de las más prestigiosas escritoras de su tierra, sus versos están impregnados de erotismo, cada palabra es espontánea matizada por la sola esencia humana, involucra a profundidad el placer de gozar la sexualidad de nuestra propia naturaleza íntima “Hombres que amé, los esplendentes hombres de los cines sombríos (…) los delgados, los altos, los altísimos,/ los que tenían un dejo de avellana/ en los hombros,/ los feos/ que tanto quise amar/ como a los más hermosos,/ buscando el tramo tibio detrás de sus rodillas” (Istarú, 2014).

Ana concibe una poesía que acoge y abriga, desde el inicio hasta el final, no se descuida, cada creación está compuesta de cálidos encuentros y sobrecogedoras experiencias que permiten volcar lo erótico de su sexo en una complicidad, sentimos igual inevitable no reconocerlo estamos convencidas de ello “Un rayo interminable donde mi amor transite/ y viaje de mis senos a tu boca candente. / Un rayo que yo pueda ponerme entre los labios/ cuando su azul letargo me tienda al fin la muerte”. (Istarú, 2014).

Esa es Istarú, la turgente y voraz que no sabe de silencios, solo de enarbolamientos encumbra su lenguaje poético de simpleza, esa sencillez que provee de situaciones auténticas a ese yo, que ya logró conocerse y siempre quiere más, “Yo, la marsupial, / la roedora, / (…) yo, la hembra fiera, / la traidora, / la taimada, / la que a la muerte ha echado a perder/ su cacería/ (…) la luz más germinal de la vitalidad”. Ana Istarú.