Ha muerto Milan Kundera, el escritor checoslovaco que prefirió el exilio antes que someterse al despotismo de la dictadura comunista. La vida le dio tiempo de volver a su país natal, desde donde ha dicho adiós para siempre a los 94 años, tras dejar una obra sólida y bella sobre la complejidad de los sentimientos humanos en la lucha contra el poder político. Es lo que muestran sus novelas La broma, La vida está en otra parte y La insoportable levedad del ser.
Pero hablar de Kundera es hablar también de los desafíos que enfrentan los defensores de la libertad contra los poderes totalitarios. En el caso de Kundera se trata de la Primavera de Praga, ese movimiento principalmente estudiantil que en 1968, desafiando a la dictadura comunista, salió a las calles a reclamar libertad y a ejercerla en los medios de comunicación, en las fábricas y en las universidades.
PUEDES VER: Alimentando fantasmas, por David Rivera
La Unión Soviética, el gendarme de entonces de los países de la Europa Oriental, no soportó ese desafío y, tras la invasión de Checoslovaquia, aplastó con los tanques las manifestaciones por la libertad. La prensa volvió a ser censurada, los disidentes encarcelados y las universidades puestas bajo riguroso control. Este acontecimiento será una referencia ineludible en las principales obras de Kundera o hará de trasfondo político y social de sus relatos.
Pero el escritor le dijo “no” al poder totalitario de signo comunista, no muy distinto del fascista y, antes de sometérsele, prefirió el duro camino del exilio como lo hacen hoy, por estos lares, muchos periodistas, escritores e intelectuales cubanos, venezolanos y nicaragüenses.
Su caso es ejemplar. Los verdaderos defensores de la libertad no transan con las dictaduras, sean estas de derecha o de izquierda.