Aprender a dialogar para negociar, por Augusto Álvarez Rodrich

"El Perú ultrapolarizado de hoy necesita, frente a tantos que se sienten los dueños de la verdad, recuperar la capacidad perdida de dialogar, por ejemplo, entre quienes promueven o se oponen a la protesta del J19 del miércoles".

El diálogo en una democracia, y hasta en una sociedad que quiere serlo, es un mecanismo clave para resolver problemas, pero el camino es difícil.

La alternativa es la violencia como instrumento de ‘persuasión’ por parte de quienes pueden hacerlo, desde el poder o fuera de este, pero hasta los que arremeten con ímpetu intimidante, a veces necesitan tender puentes.

Lo ideal es recurrir siempre al diálogo. Especialmente cuando no se tiene la capacidad de imponer las ideas o proyectos propios. Por ejemplo, si una bancada tuviera todos los votos para elegir al presidente del Congreso, no dudaría en nombrar a quien quisiera, pero como eso no ocurre hoy, se debe entrar en procesos de diálogo y negociación. Pero hasta teniendo los votos, el diálogo hace sostenible la marcha.

¿Debe tener límites el diálogo? Sí, cuando una de las partes no cumple con las reglas básicas de convivencia política: recurrir a la violencia como forma de interacción, no aceptar los fundamentos de una democracia, o promover prácticas que reten a derechos básicos como el racismo.

En esto no debe haber distinción entre derecha o izquierda. Da lo mismo La Resistencia o el Movadef, pero si eventualmente ambas agrupaciones renunciaran con acciones creíbles a sus ideas y prácticas violentas, se les debería dar espacio para un diálogo que conduzca a su incorporación a la vida política, lo que no implica eliminar condenas.

Otro problema del diálogo es la identificación de las partes con capacidad de representación, así como de los asuntos sobre los cuales se dialogará. Ambos son un problema en el momento actual en este confundido país.  

Cuando no es claro quiénes son los interlocutores ni las materias a negociar son recomendables instrumentos como los del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo de Noruega, con el fin de aprender a escuchar de un modo distinto, estar más presentes y reparar heridas, desenredando la madeja hasta encontrar el hilo, entendiendo que dialogar no es lo mismo que negociar.

El Perú ultrapolarizado de hoy necesita, frente a tantos que se sienten los dueños de la verdad, recuperar la capacidad perdida de dialogar, por ejemplo, entre quienes promueven o se oponen a la protesta del J19 del miércoles.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.