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Opinión

Avances y retos en la educación inicial, por Patricia González Simón

“El Estado debe destinar un presupuesto para brindar diversos modelos educativos con enfoque integral desde el nacimiento, de acuerdo a las necesidades de los infantes”.

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“El Estado debe destinar un presupuesto para brindar diversos modelos educativos con enfoque integral desde el nacimiento, de acuerdo a las necesidades de los infantes”.

Por: Patricia Gonzáles Simón

Jugando en el parque de la Reserva y entre petates, se dio inicio a la educación inicial en el Perú. Las hermanas Boniffatti, y luego otras mujeres luchadoras, gestaron los primeros servicios de educación inicial, los cuales fueron referentes en América Latina por su carácter comunitario y de atención integral. Estas maestras colocaron al niño y a la niña en el centro de sus acciones y decisiones, y sembraron, entre cantos, arte, movimiento y cuentos, compromiso y profesionalismo por el derecho a la educación infantil en las siguientes generaciones de maestras.

El jardín infantil suele ser un lugar seguro donde los niños y niñas exploran, comparten, juegan, se divierten y aprenden. Las evidencias señalan que una educación inicial de calidad, como parte de una atención integral, es predictora de logros de aprendizaje posteriores, aumenta la autoestima y fortalece las relaciones humanas. Sin embargo, la calidad de los servicios educativos en nuestro país sigue siendo un reto.

Según MELQO 2019, el 99% de aulas de 5 años del sector público cuenta con sectores de juego y, en el 86% de estas, los niños y niñas juegan libremente, pero solo 15% de docentes acompaña el juego con preguntas abiertas que desarrollen su pensamiento crítico. Por otro lado, ese mismo estudio señala que el 82,6% de las docentes no leyó cuentos durante la jornada y solo el 7% introdujo vocabulario nuevo, estrategias básicas para promover la lectoescritura. Luego de la pandemia, el uso excesivo de la tecnología en aula debe estar reduciendo aún más este porcentaje.

La cobertura educativa de los niños y niñas de 3 a 5 años es uno de los avances más significativos en estos últimos años. Antes de la pandemia, se logró alcanzar el 94,1%, cifra referente en América Latina, y que se tiene que volver a recuperar, principalmente en los niños de 3 años de ámbitos urbanos. Sin embargo, para los infantes de 0 a 2 años, el Estado no logra asignar un presupuesto para su derecho a la educación.

Ello debido a que se asume que su cuidado y aprendizaje son solo responsabilidad de la familia, porque también se desconoce que muchas madres trabajan en casa y no tienen tiempo para una atención dedicada a sus hijos, a pesar de que la Ley General de Educación 28044 señala que la educación se inicia desde el nacimiento y que las neurociencias demuestran lo relevante que son los cuidados, atención integral y las oportunidades de aprendizaje que se les otorga en este periodo de vida.

No obstante, un avance importante es contar con diversos modelos educativos no escolarizados, los Pronoei, atendidos por personal comunitario con alto nivel de compromiso y que atienden a 165.364 niños y niñas (Escale 2022). Sin embargo, el sector no asume su infraestructura ni destina presupuesto para mejorar su calidad, certificar sus competencias, asegurar el acompañamiento y la compensación económica.

La formación inicial docente también es relevante en la calidad. Sin embargo, se requiere mayor formación teórica y reflexiva sobre la práctica, ya que existe un abuso del tecnicismo y poca investigación. Además, predomina una alta rotación de docentes en las escuelas e institutos pedagógicos, entre otros, por los bajos sueldos.

Por todo ello, celebrar 92 años de la educación inicial nos invita a reflexionar sobre la urgencia de dar prioridad a las políticas públicas dirigidas a la educación inicial con servicios de calidad, que es la mejor estrategia para cerrar brechas de desigualdad en el desarrollo humano; que las infancias son un asunto de interés público, no solo familiar, y que el Estado debe destinar un presupuesto para brindar diversos modelos educativos con enfoque integral desde el nacimiento, de acuerdo a las necesidades de los infantes, las de sus familias y sus contextos. Todos y todas, desde el rol que tenemos, debemos velar por las infancias de nuestro país.