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Opinión

Vladimir le va a ganar la partida a Dina, por Rosa María Palacios

“Cerrón tiene esa partida ganada, porque va a controlar esta narrativa: ‘yo puedo forzar que la presidenta renuncie...’”.

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La crisis política peruana no es un fenómeno simple. Hay muchos actores, muchos intereses, mucha desconfianza mutua y mucho desprestigio bien ganado. Hay poca institucionalidad, poco respeto por la palabra empeñada, por el prójimo, o por la autoridad reconocida o no reconocida. Tampoco hay liderazgos. De los políticos no queda nada. De los liderazgos sociales o civiles queda poco fuera de su área de influencia.

¿Qué nos queda? La lengua, las historias. Por eso, en el Perú, la narrativa importa tanto. “Un país de desconcertadas gentes esparcidas en un inmenso territorio” fue la definición de Piérola. ¿Cómo capturar al desconcertado que no entiende por qué no se puede vivir en paz en el Perú? Dándole una historia a la cual aferrarse que va a confirmar sus propios sesgos. Tengo una colección de cuentos que capturan, como todo buen cuento, algo de verdad y el resto de creatividad. Hay villanos, heroínas, culpables, inocentes, santos, sufridos, usados, manipulados, fuerzas del mal y del bien. Todo mezclado.

Repasemos algunos relatos de autoría gubernamental, emitidos casi en simultáneo en cinco semanas. “Las protestas son culpa de” y ahora coloque el sabor de la semana: a) Castillo desde Barbadillo; b) Evo Morales, los bolivianos “poncho rojo” y sus balas dum dum, c) Sendero Luminoso y el MRTA, Movadef y Fenate, d) los narcos del VRAEM, e) la minería ilegal, f) Cerrón, Bermejo y la izquierda parlamentaria, g) La CGTP, la Coordinadora de DDHH o los curas de izquierda, h) los “azuzadores”, un grupo de identidad secreta o presente en todas las anteriores, que nunca tienen nombre.

Desde la izquierda, la narrativa es otra, pero también cambia semana a semana: a) Castillo no podía ser vacado el 7 de diciembre porque la votación solo tuvo 104 votos y se necesita 105, b) ¡Castillo libertad! ¡No al golpe del Congreso!, c) Que se vayan todos, pero no se van a ir, tenemos que sacarlos con protesta en las calles, d) El Congreso no se va a ir nunca, son mentirosos, d) Dina asesina, Dina Balearte ha dado orden de que nos disparen a matar y usa los aeropuertos para mandar militares a matarnos, ¡cerremos carreteras y aeropuertos!, e) Dina traidora, eres fujimorista ahora, tus manos tienen sangre, ¡renuncia ya!

48 muertos y se siguen sumando. Sus historias no son parte de una guerra de narrativas. Sus necropsias, con las siglas PAF (proyectil de arma de fuego), el relato de sus familiares y los videos que están disponibles cuentan otra historia del conflicto. Por ellos, Boluarte ya tiene un tercer ministro del Interior en cinco semanas de gobierno y se conduele y pide perdón. El gobierno alega uso legítimo de la fuerza en enfrentamientos que ponen en peligro la vida del policía o militar. Ese es el protocolo establecido en la ley.

Las evidencias dicen otra cosa y cada caso es único. La muerte horrorosa de un policía asesinado y quemado por una turba delincuencial responde a un orden imprudente de un comando ciego que manda a dos suboficiales a una emboscada. Lamentablemente, también se ha querido hacer política con ese cadáver. Pero alguien aconsejó evitar las matemáticas. 48 a 1 implica una valorización inmoral de la vida.

¿Cuándo va a terminar? Cuando se tenga certeza de que se van todos. Boluarte debe irse. El Congreso también. O se van de forma ordenada, en fecha cierta programada por elecciones adelantadas o se van ya. En la primera opción, faltan señales que el Congreso debe dar: segunda legislatura anticipada, elecciones 2023. ¿Se puede? La población tiene la sensación de que ese “no se puede” es una excusa, que siempre se puede vencer con protestas y la experiencia así lo dice.

Pero hay un obstáculo: se necesitan 87 votos. Esta vez, la izquierda no va a poner los suyos, que se necesitan, sino se hace en sus términos. Y si no los pone, la única salida es la renuncia de Boluarte. Cerrón tiene esa partida ganada, porque va a controlar esta narrativa: “yo puedo forzar que la presidenta renuncie, porque esa sería la única forma de que un nuevo presidente del Perú convoque a elecciones de inmediato”. Jaque mate. ¿Quién será ese nuevo presidente? Hay 128 opciones, todas muy malas por distintas razones.

Mientras tanto, se va a poner todo peor. No hay forma de que se calme.

Vladimir Cerrón, Verónika Mendoza y Gregorio Santos.