El llanto desgarrador de dos mujeres afganas ha recorrido y conmovido al mundo, que va conociendo el horror que vive el país islámico con la vuelta al poder de los talibanes, una secta fanática y aterradora. Una situación particularmente alarmante para mujeres y niñas condenadas a una vida infernal. La imagen de Rana Yazdanparast, una experiodista y activista por los derechos de las mujeres en Kabul, la capital de Afganistán, formulando entre sollozos un dramático pedido de ayuda a la comunidad internacional en medio de una entrevista me resulta devastadora. Ella sabe que su vida está en alto riesgo, “es posible que muera”, dijo.
“Nadie se preocupa por nosotros. No contamos porque nacimos en Afganistán”, dice entre lágrimas una adolescente en un video compartido por la activista Masih Alinejad. Las imágenes fueron grabadas días antes de que los talibanes reivindicaran su regreso al poder, según medios periodísticos. Se desconocen la identidad y el destino de la niña.
No soy una experta en tema internacionales, pero no hay que serlo para entender y reconocer que la situación es de alto peligro para miles de ciudadanos afganos, pero especialmente desolador para las mujeres en un país que ya les era hostil y que hoy volvió a ser el averno para ellas.
Con los talibanes en el poder, la lista de prohibiciones vejatorias y abiertas violaciones a los derechos humanos de las mujeres suman casi una treintena, si no son más. No pueden trabajar ni salir de casa sin la compañía de un pariente varón, están prohibidas de estudiar en cualquier institución educativa, no pueden practicar ningún deporte, se prohíben totalmente los baños públicos para mujeres y están obligadas a usar burka.
Si son acusadas de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, lapidación pública que suele terminar en muerte. Si tienen las uñas pintadas, se les amputa los dedos. Si dejan ver sus tobillos al vestir, latigazos. Si no visten según “las reglas”, azotes e insultos.
El llamado de auxilio es, en nombre de todas, una súplica. Ojalá que el mundo escuche.