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Opinión

Superar la polarización

“¿Y el modelo económico? El país necesita superar la polarización sin esconder ni satanizar la necesidad de ese debate”.

larepublica.pe
Fujimori y Castillo

Pese a la polarización y a las críticas parcializadas de esa jungla llamada Twitter, la mayoría de medios venían actuando con imparcialidad informativa. Pero ayer el Grupo El Comercio despidió a la directora periodística de América TV y Canal N, Clara Elvira Ospina, tal como hicieron en el 2011 con Laura Puertas por “humanizar” a Humala.

Este hecho revela, además, que la campaña electoral se polarizará aún más. ¿Favorecerá a Keiko Fujimori o todo lo contrario? ¿Quién ganará y quién perderá con el fantasma “comunista”?

Si nos guiamos por lo sucedido el año 2006, cuando García usó la misma estrategia para vencer a Humala, se podría deducir que Fujimori tendría que recuperar terreno en la intención de voto siempre que termine de crear y sostener el pánico anticomunista y antichavista. Suma a esa apuesta que esa misma estrategia logró frenar la candidatura de Verónika Mendoza en primera vuelta, y que hoy, gracias a los 800.000 venezolanos que han migrado al Perú, es más palpable que antes qué representa “convertirnos en Venezuela”.

Pero si miramos el 2011 (segunda vuelta entre Humala y Fujimori), es claro que ella no ganará ahora apelando solo al cuco “comunista”. Más aún hoy que el antifujimorismo es más grande que en el 2011, y ya no por lo que hizo el papá, sino por lo que Keiko y Fuerza Popular hicieron en los últimos años. ¿Puede un “cuco” real alertar sobre la existencia de uno supuesto que sería peor que él? ¿Cómo recuperar una imagen tan recientemente venida a menos, a diferencia de un Alan García que en el 2006 había reaparecido en una elección luego de 15 años?

Hay un problema adicional para Fujimori derivado del temprano respaldo de las élites, de Vargas Llosa y ahora de El Comercio. Mientras Castillo está haciendo un esfuerzo por moderar su discurso respecto no solo al plan de gobierno, sino también respecto a sus propias posiciones de la primera vuelta, Fujimori no ha hecho ni un solo gesto. Discusión aparte es si le creemos o no a Castillo. Pero así como están las cosas, con Fujimori ni siquiera hay la opción de dudar. No se arrepiente de nada, y con el respaldo necesario, volvería a hacer lo mismo.

Esta trampa de Fujimori mantiene al país en otra. Es cierto que Castillo ha salido a los medios a moderar su discurso. Pero también ha tenido la habilidad política para conseguirlo con ideas generales y sin dejar en claro qué cree y qué quiere de verdad. Con la distancia en las encuestas que le lleva a Fujimori, tiene menos incentivos para ser más claro y específico sobre cómo sería un eventual gobierno suyo.

De ahí la importancia de que, ante la debilidad de la candidatura de Keiko Fujimori, sean organizaciones de la sociedad civil –de la derecha y la izquierda democráticas– las que logren que ambos candidatos asuman compromisos que garanticen el sostenimiento de la democracia y del Estado de derecho. ¿Y el modelo económico? Mientras se mantengan los canales democráticos, deberíamos aceptar que ese es un debate que necesitamos que se produzca. Y que lo mejor que podrían hacer los medios y la derecha democráticas no es esconderlo ni satanizarlo, sino confrontarlo desde las ideas.

La derecha que ha sido radical durante 30 años no tiene la autoridad para reclamar la moderación de la radicalidad del otro lado. Pero el país sí necesita superar la polarización y encaminar los cambios que sean necesarios mediante un nuevo pacto social encaminado dentro de los canales democráticos.

keiko castillo