La encuesta recién publicada del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) tiene un mensaje claro. Hay una población más politizada que no encuentra en la actual oferta electoral alternativas que la satisfagan. La decepción con la oferta sigue en aumento, pero no es novedad, lo que llama la atención es la politización del electorado. ¿Por qué menciono esto? Por la respuesta a la pregunta sobre autopercepción ideológica que se ha difundido a través del estudio mencionado. Qué se entiende por izquierda, centro o derecha varía por países y circunstancias. Algunos estudios indican que ser de izquierda es sentirse más identificado con el pueblo o sus causas y quienes se perciben de derecha defienden con más ahínco una lógica de libre mercado.
En comparación con una medición del IEP de noviembre del año pasado, quienes se perciben de izquierda o derecha crecen en 50% y disminuye notablemente los que no se definen en una posición (de 17% a solo 4%). Lo más probable es que esto sea un efecto de lo agitado de este año. Antes de las marchas, el IEP mostraba que el interés por la política también había crecido en un 50% entre febrero y noviembre (de 43% a 60% respectivamente). Es probable que el descenso en las encuestas de Forsyth esté vinculado con este proceso. El exalcalde de La Victoria siempre ha estado bien comunicado con ese sector que sigue poco las noticias políticas y que quiere soluciones “mano dura”. El mayor interés en la política tuvo una clara expresión en las marchas. Y si algo no estuvo bien definido en esos días fue la posición del candidato.
Como señala una investigación de Sulmont (2018), puede ser difícil entender cómo se autoidentifica la gente a nivel ideológico, pero las personas expresan con claridad si a un candidato lo ven en la izquierda, centro o derecha, así como si lo ven más proclive o no al uso de la “mano dura”. Todos sabemos, y las cifras lo muestran, que las encuestas de intención de voto de hoy no se parecen a las del día de las elecciones. Siempre está la coyuntura que introduce diversas variables, pero también están las actitudes más generales de la población como aspectos a tomar en cuenta. Por eso el indicador de polarización izquierda-derecha es interesante.
Los nombres pueden variar, al menos entre los candidatos que están del centro a la derecha, pero lo más probable es que se tenga un escenario semejante al de la primera vuelta del 2016 donde la izquierda esté representada por Verónika Mendoza y que tengamos dos o tres candidatos del lado pro mercado con probabilidades de pasar a la segunda vuelta. Ahí caben básicamente dos escenarios que dependen del apoyo a la mano dura y de cómo maneje Mendoza su campaña. Uno es que la candidata de izquierda convenza al centro y compita con alguien ubicado más a la derecha. Lo otro es que lo anterior no ocurra y pasen a segunda vuelta quienes, dentro de una mirada más pro mercado, se diferencien en función a su mayor o menor asociación a la mano dura. En el 2016, el voto pro mercado se dividió entre el fujimorismo (asociado a la mano dura) y el voto por PPK (visto como más democrático).
Es probable que Guzmán se ubique en una candidatura más pro mercado y más asociada a prácticas democráticas (dependiendo de cómo termine el actual gobierno). Lo que estaría por verse es quién se ubica en el espacio pro mercado y más favorable a la mano dura ¿Fujimori, Forsyth, Urresti? Todos tienen sus dificultades. Forsyth tendría que encontrar un discurso más estructurado (ya los gestos no van a ser suficientes), Urresti la tendrá muy complicada para explicar qué hace en Podemos así como asumir las consecuencias de su juicio por asesinato y Fujimori combatir con todo el antifujimorismo que sigue alimentándose de los problemas de su organización y de ella misma.
Sulmont, D. (2018) ¿Existe el voto programático en elecciones con un sistema de partidos políticos débil? Un análisis de las elecciones presidenciales peruanas de 2016. Revista de Ciencia Política, 38, N°3, 429-457.
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