Las librerías siguen vendiendo solo a distancia, entregando el libro a domicilio, o en la puerta de su local. Algunas ya han abierto al público, pero siguen con las nuevas formas de comercio. Algo parecido pasa con los editores. Algunos insisten en publicar libros físicos, mientras otros se dedican a comercializar obras en red, cada vez más abundantes.
Todo esto está generando nuevos hábitos entre los lectores. Visitar una librería sigue siendo atractivo, pero salir a la calle no tanto. Al mismo tiempo revisar una lista sobre la página web, comprar sin haber hojeado el libro, y aguardar la llegada de lo encargado, dos días o más, es algo a lo que hay que acostumbrarse, y no todos lo logran.
Hacerse traer los libros a casa es una práctica muy difundida en ciertas ciudades, donde los desplazamientos son trabajosos y comprar en línea es una vieja costumbre. En Lima es una obligación producto de la pandemia, y tiende a ser vista como transitoria. Pero quizás una parte de los clientes le encuentren el gusto y el lado práctico, y el tipo de relación se puede volver permanente.
Los libreros no se están quejando. Una profusión de ofertas hizo de junio y julio meses con razonables ventas en línea. Esto ha sido leído como que los clientes perdidos a puertas cerradas han estado siendo compensados por un nuevo público, más juvenil y digital. Indicio de que la era del impreso delivery podría prolongarse entre nosotros.
En medio de esta variedad de opciones, el libro electrónico está ganando terreno. Para muchos esto no reemplaza a la agradable manipulación del ejemplar (aunque cada vez más estos vienen mezquinamente envueltos en plástico), pero tiene la ventaja del acceso instantáneo. Un inconveniente es tener que leerlo en la pantalla ante la que uno se pasa el día trabajando o estudiando.
La Feria Internacional del Libro en Lima, famosa por las multitudes que congrega, este año necesariamente ha optado por la electrónica. Debemos imaginar un gigantesco catálogo de obras ordenadas por librerías e instituciones, y al lado una apoteosis del zoom cultural, con varias de las estrellas de siempre. En cierto modo una masiva ceremonia de los nuevos tiempos.