El presidente decretó un pico y placa para restringir y ordenar más las salidas necesarias por compras durante la cuarentena. Muchos aplaud(imos)ieron la medida por parecer, en teoría, un ordenamiento efectivo además de anclado en la igualdad de géneros. Varias cosas que pasaron desde entonces merecen resaltarse a manera de conocimiento generado.
En primer lugar, la medida fue un fracaso por varios motivos. Uno, porque justo luego de su anuncio el presidente también anunció que esa misma semana se vetarían viernes, sábado y domingo para todes. Eso generó una exacerbación en la angustia de compra de víveres que se vio traducida en desorden público durante la salida de las mujeres.
Pero ¿por qué el desorden de las mujeres y no de los hombres? La respuesta subraya la otra cuestión de importancia que quedó en evidencia: cuán desigual es el reparto doméstico entre géneros y cómo las mujeres son en su gran mayoría las que suelen encargarse de estas labores aún, sea porque en su casa sigue mandando el sexismo tradicional o porque solo hay mujeres al mando en muchos hogares.
La primera persona en cuestionar públicamente la medida fue la congresista Rocío Silva Santisteban. Su tuit del 2 de abril, 2 p.m., decía: “No, presidente @MartinVizcarraC, es una mala decisión hacer una restricción de hombres y mujeres. Las mujeres somos mayoría de jefes de hogar y debemos salir a comprar. Por qué no entienden que las mujeres somos las cuidadoras de este país!!!! Hay muchos hogares de solo mujeres!”.
Pese a las críticas que recibió y las ofensas –incluso de un periodista de esta casa-, los días siguientes terminaron dándole la razón a Rocío. Lo que me lleva a la tercera cuestión que valorar de todo este episodio: y es la importancia de una visión feminista y de género aterrizada en la realidad, tal como la que expresó la congresista Silva Santisteban (quien además de feminista es académica-investigadora y activista). Qué importante visión para dictar políticas públicas temporales o permanentes, en normalidad o en crisis.
Pero no se trata de un feminismo de escritorio o solo académico, se trata de un feminismo vivo, anclado en nuestra realidad social. Algo que ahora mismo que lo digo parece obvio, ¿no? Es decir, todas las cabezas por las que pasó la aprobación del pico y placa hombre-mujer seguro tenían conocimiento del dato puro de que las mujeres, en gran porcentaje, son las cabezas de familia en Perú. Pero hasta donde sabemos, nadie allá arriba contrarió la medida y más bien la mayoría la aplaudió creyendo que se validaba la equidad del género binario.
Luego, enterados de que el autor intelectual de esa medida fue Farid Matuk, economista, exjefe del INEI y experto en matemáticas económicas, econometrías y economía computacional, entonces quedó más claro. Matuk es un experto en números, no hay duda, y en teoría si aprox. en el Perú el 49,2% son hombres y 50,8% mujeres, tenía mucha lógica que el pico y placa funcionara…en términos numéricos.
Pero los números solos, como queda demostrado, no reflejan toda la complejidad humana y social. En este caso, solo alguien que como la congresista Santisteban lleva toda una vida dedicada al estudio de la mujer en el Perú, y ha pisado calle y campo con ello, podía aportar esa visión que de haber sido oída hubiera evitado el descontrol y el fracaso de la medida, además de quién sabe cuántos contagios innecesarios.
Solo una mujer con una aproximación feminista académica pero también de trabajo en la realidad social contextual peruana podía haber vislumbrado que era una mala idea y que se venía un problema en vez de una solución.
Esa es la relevancia de un enfoque feminista en políticas públicas.