E stas líneas se escriben antes de la movilización feminista por el 8 de Marzo que, sin duda, habrá sido amplia y entusiasta. Curiosamente, en los días pasados, fueron mujeres las protagonistas de portadas y coberturas. Y también de insultos y conmiseraciones. Algunos ejemplos. El caso más analizado fue, sin duda, el linchamiento real y mediático de Mirella Huamán, madre de la niña violada y asesinada. La culpa fue de ella, clamó la turba. Una cierta incomodidad, ante el exabrupto del conductor de TV que la llamó “bestia inhumana”, amainó el desborde de la alcantarilla. Pero sólo para desplazarse lentamente hacia otra mujer, madre también, del adolescente de 15 años que confesó el crimen. Dónde estaba esa madre que no educó bien a su hijo, murmuran. ¿Alguien preguntó dónde estaban los padres? ¿Y dónde el Estado y nosotros como sociedad que naturaliza y no se inmuta ante la violencia? Y no, señora Ministra, el problema no se soluciona aumentando las penas carcelarias a los adolescentes.
Una semana atrás, Anghy Nicol Atocha de 20 años ahorcó a su hija de casi dos años con una bufanda. Su tía dijo que la mató por “aburrida”, porque el llanto de su bebé no la dejaba dormir. La foto de Anghy aparecía en la noticia que nos trajo LR desde Hualgayoc, pero no sus declaraciones. Si le hubieran preguntado quizá ella, abrumada, hubiera contado lo difícil que es ser madres perfectas a tiempo completo. Cuando estás sola y deprimida, la desesperación puede vencerte.
A fines de febrero, Enderlys María Infantes llevó a la posta a su hijastra de cinco años, argumentando que se había atorado con un pan. La niña murió. El médico legista encontró que tenía el cráneo fracturado y su cuerpo amoratado. Los vecinos de la pareja, en Independencia, comentaron que la pequeña era golpeada frecuentemente por ambos. Como los peruanos somos incapaces de maltratar a los niños, las noticias subrayaron que padre y madrastra eran “extranjeros”.
Zaida Osorio perdió a sus dos hijas de 18 y 10 años en el incendio ocurrido en Villa El Salvador hace más de un mes. La semana pasada, su esposo no pudo sobrevivir a las quemaduras. Fue la víctima número 32. A Zaida le queda un nieto de 10 meses, que está en el hospital con 52% de su cuerpo quemado. Quiero justicia, dijo, pero hasta ahora no veo culpables. El fiscal a cargo del caso pide paciencia. ¿Paciencia a una mujer que perdió su casa, sus cosas, sus hijas y esposo por la explosión de un camión de gas?
Finalmente, en días pasados, también hubo cargamontón contra políticas como Nadine, gracias a que los Graña no escatiman detalles sobre su intervención en la licitación de obras públicas. Eso le pasa por metete, debe pensar la gente. Sí, claro, porque la ambición de poder es elogiada en los hombres pero se ve pésimo en las mujeres. Aunque fue Luciana León quien se llevó las palmas con la captura de sus mensajes que instruyen cómo birlar controles en la campaña electoral, y armar lobbies para cobrar mejores comisiones. Ruge la cazuela y aplaude la platea. Los hombres ejercen influencia desde la trastienda para beneficio propio desde hace siglos y suelen pasar piola. Parecería que el escándalo es porque las mujeres los están empujando, para compartir con ellos el juego de las corruptelas.
Que el Día de la Mujer les haya sido propicio.