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Domingo

El pozo de los deseos de José Oliden

La bella obra del platero José Oliden Pupuche mereció el primer lugar del concurso Plata del Perú 2023, celebrado en Arequipa. Él reconoce que no pertenece a una familia de artistas y que su formación como joyero es académica. 

larepublica.pe
Pozo de Olmos. Esta fina pieza de filigrana fue elegida ganadora en el 27° concurso organizado por el patronato Plata del Perú.

A diferencia de muchos joyeros peruanos que llevan el arte en la sangre y son herederos de clanes familiares de artistas, José Oliden Pupuche no nació en cuna de artesanos. Vio la luz en el caserío Progreso, del distrito de Olmos, en Lambayeque. Solo recuerda de niño “haber tejido sombreros y canastas en miniatura con fibra de árboles”. Pero, a los 18 años, las locas ilusiones lo sacaron de su pueblo para ver la capital y llegó a Lima, donde se dedicó tres años a labores de bisutería: “Hacíamos aretes, collares y todo tipo de adornos personales para damas”.

Todo cambió un día en que vio un reportaje de los trabajos de los estudiantes de joyería en el Senati de Huancayo. “Al día siguiente, fui al Senati de Lima y comprobé que existía esa especialidad y ahora puedo decir con orgullo que soy joyero de formación académica y artesano de corazón”, revela Oliden.

Todo esto sucedió el 2008. Quince años después, José Oliden dejó su obra en una agencia de Interbank, una de las entidades que organizó el 27° concurso del patronato Plata del Perú. Su bella pieza de filigrana, dedicada a los pozos de agua que sobreviven en su caserío de Olmos, mereció el primer lugar entre las 72 obras provenientes de Arequipa, Andahuaylas, Ayacucho, Cusco, Cajamarca, Huancayo, Lima, Piura y Puno.

Pozo de Olmos. Esta fina pieza de filigrana fue elegida ganadora en el 27° concurso organizado por el patronato Plata del Perú.

A la séptima va la vencida

“Ese pozo lo hice de memoria. No fue necesario regresar a mi tierra. Está grabado entre mis recuerdos infantiles”, nos dice Oliden y revela que esta fue la séptima vez que participaba en el célebre concurso organizado por el patronato Plata del Perú.

“Solo llegué lejos dos veces: el 2016, en Lima, quedé en sexto lugar, y el 2018, en Ayacucho, quedé en cuarto puesto. Pero insistí y este año gané el primer puesto”, nos dice al recordar que estaba manejando en Lima cuando lo llamó el propio Roque Benavides, desde Arequipa, para darle la buena noticia.

Sin duda, se trata del premio de mayor prestigio y duración entre los artistas nacionales. No en vano se realiza desde hace 27 años y solo fue interrumpido por la pandemia. En todo este tiempo, el patronato Plata del Perú ha otorgado 260 premios en efectivo por casi dos millones de soles. Esto incluye 108 menciones honrosas y 177 premios de plata en granalla (insumo básico de los plateros) que suman casi 100 kilos.

Y son precisamente el acceso a los insumos y las herramientas lo que más preocupa a los plateros.

Para Oliden no es fácil conseguirlos: “Las herramientas son caras y la materia prima tambien. Un kilo de plata está como 3.000 soles y si compras por gramos, sale más caro todavía. Si no tenemos herramientas, solo nos queda alquilar en el centro histórico de Lima. Hay lugares de fundición y de alquiler de maquinaria, pero, en mi caso, son casi dos horas de ida y dos horas de vuelta por el tráfico capitalino. Imagina el trajín que tienen que realizar los artesanos de provincias”.

Por eso es que Oliden reconoce que el premio del patronato Plata del Perú es un buen incentivo para los artesanos peruanos.

“A la crisis económica, que afecta a todos los peruanos, debemos agregar que la mayoría de plateros son empíricos. Debería haber más apoyo académico en capacitaciones de diseño, innovación, calidad del producto y cómo venderlo en el mercado interno y como exportación. Es la única forma de mantener esta tradición artística. Muchos compañeros que estudiaron conmigo en el Senati ahora trabajan en otra cosa porque les pagan muy poco en los talleres. Esto debe cambiar”, enfatiza.

El premio ya lo invirtió en insumos y herramientas, pero le queda saber que su nombre quedó fundido entre esa tradición de artistas peruanos que desde hace siglos transforman las lágrimas de la luna en pequeñas obras de arte.