Por: Sandro Mairata
Hay un dato que quienes vean Hogar no apreciarán en las pantallas porque su director, Alejandro ‘Jano’ Burmester, se ha enterado recién de este. Todo empezó por un paquete de galletas. “Yo estaba a punto de cruzar (la pista)”, dice ahora. “Y al frente está un amigo. Y este amigo se llama Roberto, que me llama cuando termino de fi lmar la película y me dice: ‘Jano, yo soy el único testigo, el que se quedó contigo. ¿Tú sabes cómo fue?’. Yo le digo que no. ‘Jano, tú estabas al frente y yo estaba comiendo unas galletas Coronitas, y a ti te gustaban estas galletas, brother. Y me dijiste: ¡Invítame una galleta! Y yo te dije: ¡Cruza! Cruzaste y ¡pum! Volaste. No viste el carro’”.
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No, no lo vio
Todo ocurrió en la cuadra 11 de la avenida Rosa Toro, un 3 de julio de 1993, a las 10 de la mañana, aproximadamente, a dos cuadras de casa. Burmester tenía 13 años y era muy mal jugador de fútbol. El impacto del vehículo lo dejó dos semanas en coma y, tras el tiempo de recuperación, la memoria le quedó “retrasada”. No estaba seguro de que sus padres fueran ellos, que sus hermanos fueran tales. ¿Quiénes eran estas personas que decían ser su familia? ¿Qué querían de él? ¿Por qué su cuarto era rosado? “Me alteraba y les gritaba: ‘¡Ustedes pensaron que yo estaba muerto!’. Luego me calmaron y me explicaban que ese era el cuarto de mi hermana”.
Esta búsqueda de la memoria es la base de Hogar, documental presentado el año pasado en el Lima Alterna Festival de Cine y que puede verse hasta el 11 de octubre en el Centro Cultural PUCP y en el Cine Teatro Irracional. “Hemos optado por una distribución alternativa. Además, primero íbamos a estar en seis provincias, pero lo hemos ampliado a 11. No vamos a llegar a todos lados, pero sí va a ser interesante llegar a Cusco, Urubamba, Sicuani, Puno…”. Hogar fue filmado en varios años por el mismo Burmester y un puñado de colaboradores, entre los que destaca el camarógrafo Julián Estrada.
Registro. La historia de Hogar llevó al director por los recuerdos familiares en Estados Unidos, Holanda y Alemania.
Burmester, apellido que en el Perú se asocia mucho a la familia trujillana vinculada a la marinera, tiene en realidad origen alemán, de la zona de Hamburgo. Hogar muestra a Burmester en una reconstrucción que toma giros inesperados y revela verdades dolorosas de su realidad familiar en viajes a Estados Unidos, Alemania y Holanda, donde se ubica una casa en la que alguna vez vivió y que tiene nuevos ocupantes. El director es incesante en su búsqueda, echando mano de la fortuita realidad de que su familia había registrado abundante material visual en diapositivas entre los años 72-74, el tiempo de construcción del submarino BAP Islay en Alemania (que luego se armó en Holanda), ya que su padre formó parte de la primera tripulación del submarino y pasó los dos años allá, mientras este tomaba forma.
Hogar es descarnado, sufriente. Veremos varias escenas en las que, ante nuevos descubrimientos, lo que parecía un ejercicio saludable de búsqueda en archivos se convierte en la exhumación de secretos familiares. Este ángulo inesperado no le cae Registro. La historia de Hogar llevó al director por los recuerdos familiares en Estados Unidos, Holanda y Alemania. Hogar, documental del peruano ‘Jano’ Burmester, sigue un viaje personal para reconstruir su memoria perdida tras sufrir un accidente que alteró los recuerdos de su infancia. bien a toda la familia. “Es algo a lo Renato Cisneros, a lo Jaime Bayly, que la familia no te apoya tanto”, explica Burmester. “Mi hermana me apoya, mi hermano no. Mi padre sí, mi madre no tanto. Pero todos se sienten emocionados, hay un sentimiento de pertenencia. Todos están emocionados de que la película por fi n se pueda ver”.
"Encontré cosas hermosas en los viajes y me di cuenta que con esta película estaba intentando capturar la sorpresa de la vida”.
Burmester es consciente de que hay elementos de su pasado que se han perdido. Y también tiene claro que la historia no acaba en Hogar; posee al menos un par más de documentales derivados sobre su historia a los que quiere dedicar el tiempo futuro. Gabo tenía una frase que se hizo célebre: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Aquí hay algo de eso.