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Domingo

Natalia Salas, la vida (y la actuación) continúan...

Compagina su tratamiento oncológico con su actuación en el musical Las chicas del 4to C, la joven actriz no se paralizó ante su diagnóstico de cáncer de mama, y tras su recuperación de una mastectomía, volvió a las tablas a darlo todo. Su testimonio de resistencia inspira a otras mujeres a ir #contodomenosconmiedo.

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La actriz de 35 años sigue su tratamiento oncológico para prevenir el retorno del cáncer. Foto: Antonio Melgarejo/La República.

“¿Podré estrenar?”, fue la pregunta que le hizo Natalia Salas (35) a su mastólogo cuando supo que tenía que realizarse una mastectomía del seno izquierdo. La actriz había sido diagnosticada con cáncer de mama en medio de los ensayos del musical Las chicas del 4to C. El mastólogo le dijo que había dos tipos de pacientes oncológicos: los que necesitan que todo esté en calma y se aíslan del mundo para sobrellevar la enfermedad y los que necesitan mantenerse ocupados. “¡Esa era yo!”, dice Natalia tronando los dedos, abriendo los ojos, haciendo esos gestos exagerados que la caracterizan.

Solo un día y medio se permitió la actriz tener pensamientos catastróficos, porque es inevitable relacionar el cáncer con la muerte: “Pero yo no me quería morir, mi hijo tenía un año y medio y lo quería ver crecer. Me dije: haré todo lo que tengo que hacer para estar bien. Si me tenían que sacar una teta o las dos, lo haría”, cuenta mientras Leandro juega con su tren en el jardín interior de su departamento en Surco.

Natalia tenía claro que no dejaría su trabajo y buscó la forma de compaginar su tratamiento oncológico con los días de teatro. “Dicen que Dios siempre te concede un deseo. Una amiga [paciente oncológica] le pidió que no le quitara el pelo, yo le pedí que no me quitara el teatro”.

El estreno del musical, donde encarna a la rebelde Fernanda, sería el 29 de setiembre, y ella programó su mastectomía para el 10, todo lo calculó con la destreza de una administradora: “Sabía que el postoperatorio duraría diez días y las cuentas me daban, tenía diecinueve días para que [la herida de la operación] me dejara de doler, haría todo lo que me dijera el doctor para estar bien”.

Y así lo hizo. Tras pasar un postoperatorio que la tuvo en cama una semana dependiendo totalmente de su marido, Sergio Colombo, su cuerpo empezó a recuperarse. Su amiga Anahí de Cárdenas, con quien comparte tablas y que también vivió el cáncer de mama, le dijo que no podría levantar el brazo un buen tiempo: “Y mira… –dice Natalia, moviendo la extremidad izquierda–, yo me operé un sábado y el jueves siguiente sin una teta y con el dren estaba cargando a Leandro. A los ensayos de Las chicas… iba con la bolsa del drenaje [quirúrgico] en el canguro”.

Hoy vemos a Natalia bailando y cantando las dos horas que dura el emocionante musical en el Teatro Pirandello, y hay noches en que tiene doble función. Y a no ser porque se le ha caído el pelo y tiene que usar una peluca o un turbante, cualquiera pensaría que a Natalia no le ha pasado nada: “Soy más fuerte de lo que esperaba, ¿sabes que hay gente que duda de que estoy en tratamiento?”.

“No quiero dramas”

Natalia aún está corriendo la maratón de su lucha contra el cáncer, a la mastectomía le seguirán ocho quimioterapias (cuatro rojas y cuatro blancas), posiblemente radioterapias y, además, lleva un tratamiento hormonal que la induce a la menopausia.

Recibe sus quimios cada tres semanas y también las ha programado de modo que todo encaje para no ausentarse muchos días del teatro y realizar sus actividades familiares: “Este lunes 19 de diciembre me toca la cuarta, luego tendré una semana para estar ‘triler’, y de ahí viajaremos con mi familia a Madrid a pasar las fiestas. Si no me hago las quimios los lunes, las cuentas no me dan, todo está perfectamente calendarizado”.

Cuando dice ‘triler’ se refiere a los fatigosos días que vienen tras la quimioterapia, que en su caso, y por fortuna, no le origina náuseas, fiebres o vómitos, mas sí languidez y mucho sueño: “Son tres días en que me siento con la energía muy baja, y luego ya resucito como Lázaro […] Esa semana, obviamente, no hago función, ya sería demasiado, pero no es que esté echada en mi cama, estoy grabando contenido, porque trabajo con mis redes sociales”.

Conocido es que la fama de Natalia como influencer se multiplicó durante la pandemia cuando empezó a grabarse haciendo piruetas con Sergio, que la acompaña en todas sus locuras. De hecho, posoperada y desde la clínica grabó un nuevo video para no perder la costumbre: “Es que la vida continúa”, dice.

El cáncer no la ha paralizado, pero que no piense el lector que su energía es una impostura, cada persona responde diferente a la enfermedad y lo importante es no juzgar. “Yo no necesito que me lloren, yo voy a estar mejor, no quiero dramas. Lo que necesito es buena vibra, que me vean poderosa, triunfadora y, si pueden, flaca”, escribió Natalia en el WhatsApp familiar cuando se enteró de su diagnóstico.

No se hace la fuerte, cuando tiene que llorar, llora, a veces por cosas insignificantes, otras de impotencia: “He llorado por frustración cuando no me he podido parar de la cama o no me he podido limpiar el poto”, dice tan lenguaraz y directa como Fernanda su personaje en Las chicas... que, por cierto, despide el próximo domingo su cuarta temporada.

La actriz subraya que los pacientes oncológicos no necesitan de la lástima de los otros: “Yo no quiero andar por la calle y que me digan ‘ay, pobrecita’”. Tampoco se tienen que hacer cargo del sufrimiento de los otros: “Que alguien te llame para llorar es: ‘Broder’, ¿en verdad yo te tengo que consolar a ti cuando a mí me diagnosticaron cáncer? No, pues, yo ya tengo suficiente con qué lidiar para cargar con tu sufrimiento, es una responsabilidad que no merezco”.

Lo que busca Natalia al hablarnos del cáncer sin tabúes es que su testimonio sirva de prevención a otras mujeres, a esas que se olvidan del autoexamen de mama o a las que sospechan de ese bulto que les apareció y no van a hacerse un descarte por temor. “Me han escrito mujeres diciéndome: por ti me envalentoné, fui a examinarme y mi mastectomía será para tal día”.

Natalia inspira y por ella sabemos que el cáncer no es sinónimo de muerte, sino una larga carrera de resistencia: “Es un poco de echarle de ganas, de echarle fuerza, de echarle mente, y de ver el vaso medio lleno”, e ir #contodomenosmiedo, el hashtag que usa en sus redes.