Bastante agua ha corrido bajo del puente desde que, en 2008, el misterioso ‘Satoshi Nakamoto’ creó el bitcoin y, más tarde, unos desconocidos compraron un par de pizzas con el enigmático método de pago. En aquel entonces, esta moneda digital -creada como un instrumento de transacción independiente que estaría libre de intermediarios (bancos) y reguladores (gobiernos)- valía apenas unos centavos de dólar. Hoy, especialmente en el último trimestre, su valor se ha disparado, pasando la barrera de los 53 mil dólares por cada bitcoin (los más entusiastas pronostican que llegará a valer 100 mil). Su racha alcista se debe a que, esta semana, corporaciones de la talla de Tesla se sumaron a la fila de sus inversores, e instituciones financieras como Mastercard o Bank of New York Mellon de Estados Unidos aceptaron a la criptomoneda en sus negocios. Incluso, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, y el rapero Jay Z anunciaron la creación de una fundación para financiar el desarrollo del bitcoin como la “moneda de internet”. Volviendo al punto donde empezó todo, ¿podremos comprar pizzas con bitcoins en el futuro?, ¿serán así de populares?
El bitcoin llegó para quedarse y forma parte del proceso evolutivo de las finanzas tradicionales, donde la tecnología juega un papel muy importante. Definitivamente es la moneda del futuro y sus cualidades son únicas: sus transacciones son seguras gracias a la criptografía y la tecnología blockchain -un medio que permite tener un registro confiable, descentralizado y resistente a la manipulación de datos-, además, es un eficiente método de intercambio de valor al ser transferido de persona a persona.
En el futuro, muy probablemente será usado como referente sobre las monedas fiat -que es el dinero que emiten los gobiernos en base a deuda-, o el dinero convencional, configurándose como el mejor activo de reserva de valor que se haya creado. Ya estamos viendo su adopción masiva, esto responde a la capacidad de comprar fracciones de una unidad completa de bitcoin, así como a la gran aceptación entre los millennials. Vemos, además, que el contexto de pandemia ha influido en el repunte de su valor, ya que los inversores quieren una divisa que les garantice poder adquisitivo por si las monedas de sus países se devalúan. En suma, esta criptomoneda tiene gran potencial de convertirse en el estándar de referencia de intercambio de valor como lo fue el oro en su momento histórico.
Hace tres años me preguntaron si el bitcoin era la moneda del futuro cuando repuntó a 8,000 dólares y confirmamos que sí. ¿La razón? Hemos comprobado que nuestro futuro es digital y el poder de las redes es mayor al que tienen los sistemas centralizados. Justamente, en esta época de pandemia, hemos visto cómo el comercio digital y los flujos de información siguen tomando protagonismo.
El bitcoin es valioso por su sistema descentralizado, así como por la seguridad y transparencia que ofrece. Nadie lo puede manipular y tiene la facilidad de cruzar fronterasfácilmenteencomparacióncon el dinero. Incluso, si lo comparamos con otros valores como el oro, podemos decir que es mejor. Una persona puede usarlo sin riesgo y transferirlo a cualquier lugar del mundo.
Si aún tiene dudas, le planteo esta pregunta: ¿En cuál confiaría más: en un banco que es dueño de su información y maneja los intereses de retorno que le convienen, o en una moneda que le asegura una ganancia sin manipulación y que le devuelve el poder de controlar y administrar su dinero?
Hoy el bitcoin ya superó la valla de los 50, 000 dólares y la tendencia es al alza. No se sorprendan si este año superamos los cien mil.
Por definición, una moneda es la unidad que representa el precio de las cosas y que permite efectuar transacciones comerciales. En el caso del bitcoin, por ahora, es solo un activo digital, y muy preciado por algunas personas, quienes deben adquirirlo de “mineros” que lo generan diariamente, o de otros usuarios que ya lo poseen. La motivación de compra no consiste en adquirir un medio de pago, sino en lograr una reserva del valor en ahorros a largo plazo (hold), o en aprovechar las ganancias por su cambio de valor en periodos de tiempo (trading). Realmente es difícil predecir si el bitcoin será la moneda del futuro. Lo que puedo asegurar es que no lo es en el presente, ni tampoco lo fue jamás en el pasado.
La compleja tecnología que está detrás de esta criptomoneda hace imposible que sea percibida como tal. Enumero tres factores: a) La dificultad para entender su funcionamiento; b) La demora en las confirmaciones de las transacciones, lo que para ciertos tipos de negocio hace inviable su uso. A los mineros digitales les toma diez minutos confirmar que una transacción ha sido registrada correctamente; c) La volatilidad de su precio prácticamente evita la paridad de compra. Sobre todo, la generada por la constante entrada de grandes corporaciones como Microstrategy o Tesla.