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Domingo

Poe, la vida atormentada

El escritor Edgar Allan Poe ha dejado una huella imborrable en la literatura universal. Su pluma es una isla apartada de las convenciones creativas. A 170 años de su muerte, sus mundos románticos y fantasmales siguen fascinando a nuevas generaciones.

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El escritor Edgar Allan Poe ha dejado una huella imborrable en la literatura universal. Su pluma es una isla apartada de las convenciones creativas. A 170 años de su muerte, sus mundos románticos y fantasmales siguen fascinando a nuevas generaciones.

Por Ybrahim Luna

Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston. Sus padres fueron actores ambulantes con un estatus económico muy precario. Su padre abandonó el hogar cuando Edgar tenía dos años, y su madre murió de tuberculosis poco después. Entonces, el pequeño fue adoptado por el próspero comerciante John Allan, lo que le permitió una educación privilegiada hasta la juventud.

Pero su devoción por las apuestas y su debilidad por el alcohol le granjearon disgustos familiares y lo dejaron sin la protección paterna.

En 1949, el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió en el diario La Nación: “Detrás de Poe hay una neurosis. Interpretar su obra en función de esa anomalía puede ser abusivo o legítimo”.

Luego de tensas discusiones con su padre, Poe se enlistó en el ejército de los EE.UU. En esa etapa publicó su primer poemario Tamerlan y otros poemas. Tras la muerte de su madre adoptiva, también de tuberculosis, se mudó con su abuela y una tía. Allí conoció a su prima Virginia, con quien se casó cuando ella tenía 13 años y él 27. Por entonces publica su segunda colección de poemas Al Aaraaf. Luego pasó por la academia militar de West Point, de la que es expulsado por mal comportamiento. Es allí que las relaciones con su padre se rompieron definitivamente.

A partir de 1830 se inicia el período más prolífico de Poe: es crítico literario y editor de diarios y revistas. Además, escribe relatos como “Manuscrito hallado en una botella”, “Ligeia”, “La caída de la casa Usher”, “El escarabajo de oro”, entre otros. Gana reconocimiento pero no dinero.

Howard Phillips Lovecraft, uno de los autores más influenciados por Poe, escribió en su libro-ensayo Supernatural Horror In Literature: “Antes de Poe, la mayoría de los escritores fantásticos trabajaban casi a ciegas, sin la debida comprensión de los fundamentos psicológicos del horror”.

En 1845, Poe publica el poema que le generaría el reconocimiento definitivo: “El cuervo”. Dos años después, su esposa Virginia murió de tuberculosis. La depresión lo sumió en el alcoholismo. Sin rumbo claro, viajó por varias ciudades buscando financiamiento para sus proyectos literarios, hasta perderse del ojo público.

Julio Cortázar, pieza fundamental en la difusión de la obra del bostoniano en Latinoamérica, con su traducción Edgar Allan Poe - Obras en prosa (1956), escribió en el prólogo: “Virginia se moría. Edgar la sabía muerta, y así nació Annabel Lee, que es la visión poética de su vida junto a ella”.


Octubre de 1849

Eros y Tánatos son dos presencias constantes en la vida del genio. Sobre la muerte de Poe se ha escrito mucho. Lo cierto es que fue encontrado alcoholizado en una sede electoral en Baltimore, que no era otra cosa que una taberna cuyo local era utilizado para las elecciones al Congreso de aquellas épocas. Un amigo encontró a Poe fuera de sí y vestido de una manera extravagante. La teoría más sólida hasta la actualidad es que fue utilizado como “lacayo”, un hombre vestido de manera distinta para votar varias veces por el mismo candidato, a cambio de comida y alcohol. Así lo revela uno de sus biógrafos, el inglés Peter Ackroyd, en su libro Poe: A Life Cut Short.

Poe fue trasladado al hospital para que le salvaran la vida. El sábado 6 de octubre, por la noche, entró en delirios. Sus gritos prosiguieron hasta el domingo. Durante una breve tregua de sus pesadillas, según el testimonio presencial del doctor John J. Moran, exclamó: “Que el Señor se apiade de mi pobre alma”, y murió.

El lunes 8 de octubre de 1849 fue el breve funeral de una de las mentes más brillantes de la literatura universal. Edgar Allan Poe murió a los 40 años, pero su nación, que aceitaba los engranajes de su vigoroso futuro, no se percató.

El escritor bestseller Stephen King, en un comentario a la antología de cuentos A la sombra del maestro (2009), dijo lo siguiente: “Poe previó la oscuridad de generaciones que estaban muy lejos de la suya. La nuestra, por ejemplo”.