Palabra de campeonaNo más lloriqueos en televisión nacional. Analí Gómez tiene motivos para 'chillear' sobre la arena: es la primera surfista de la región en alcanzar el tricampeonato sudamericano del WSL, y en tres semanas tentará la misma hazaña en los Panamericanos de Surf Open.,Analí Gómez (31) no llorará. No tiene por qué. Atrás quedaron los pesares por no tener con qué competir. Atrás quedaron las confesiones a nivel nacional. Esta mañana, en su casa, en Punta Hermosa, Analí Gómez luce como una campeona. Radiante. Relajada. Sin los apuros de ayer. Hace unos días regresó de Australia, donde alcanzó el noveno lugar, por encima de 150 chicas, en el circuito de clasificación WQS femenino. Hace dos domingos, en San Bartolo, obtuvo el segundo puesto en el QS 1000 Reef & París Women's Pro, y se coronó, por puntaje acumulado (se cuentan los tres mejores torneos), tras superar a 35 contrincantes, como la primera surfista de la región en lograr un tricampeonato sudamericano en la historia del WSL South América. Antes lo había conseguido en el 2014 y el 2015. No son solo estas distinciones las que celebra este jueves, sin embargo. Una razón las opaca en cierta manera: la remodelación de su casa, con parrilla incluida, cortesía de uno de sus auspiciadores. El segundo piso que recibió por herencia de sus padres no es más un cuarto despintado. Al primer vistazo, es su propio mini-museo. Diplomas, fotos enmarcadas, placas, retratos suyos al óleo y trofeos. Los más notorios: su copa más reciente, imponente como la 'Orejona' de la Champions; y el ISA World Surfing Games 2014, menos llamativo, con el que se proclamó como campeona mundial en Punta Rocas. "Se demoraron un mes. Grabé el antes, cuando mi jato era una cagada (risas)". Sin enjambres de cámaras que la rodeen, alejada del bullicio de la ciudad, Analí es, en su venerada Punta Hermosa, pura frescura. Nadie la asedia como en Lima. Es una más, pues muchos la conocen desde niña, cuando su padre, pescador jubilado, la llevaba a altamar. Sí, a la última de sus once hijos, la negrita de piel tostada, cabello leonado, y ojos caramelo. La rebelde que se escapó del internado de un colegio de monjas para montarse sobre una tabla en el mar en busca de olas, y espuma. "Después de que lloriqueé la verdad que se me abrieron las puertas. Pero ya no lo volvería a hacer. Mucha 'palta'". A diferencia de 2016, cuando solo la apoyaba el gobierno, hoy Analí cuenta con una decena de auspiciadores. Todas las calcomanías que decoran sus tablas. Aun así, no ha sido suficiente para adentrarse en la élite. "Retomé el tour, y me ubico en el puesto 38 de la WQS (su mejor ubicación en el ránking fue 12 en el 2013), porque no me alcanzó el presupuesto para viajar a todas las competencias". Sietes viajes son los que hizo Analí en este 2017. Australia, Brasil, Chile, Argentina, Estados Unidos, y España. Poco no es. Pero no basta. "Entre mi mánager y yo distribuimos los recursos para que alcance los mejores torneos. Pero ya no me quejo. Todo está fluyendo". Llevarse el WSL South América por tercera vez le ha dado una recompensa: un cupo para disputar el prime, como campeona de su región. Es decir, se ha ganado el derecho de disputar las fechas del tour mundial de la ASP (Association of Surfing Professionals), la misma organización que catapultó a Sofía Mulanovic, como la máxima figura de la tabla en el Perú y Sudamérica. La ola es grande. Lima 2019 y Hawái "Tiro mi ritmo también. ¿Te cagué con esa o no, chino?". Analí Gómez se vacila, mientras en la pantalla de su celular se le ve bailando, en buzo, la versión salsera de Contigo Perú. Es el primero de sus tres ensayos antes de mover sus carnes en un reality de señal abierta. No es por vano entretenimiento, por lo cual no habría problema, sino por su ong 'Surf para todos'. La meta es recaudar los fondos suficientes para costear un torneo en Máncora, y otro en California. Este último es un Mundial de deporte adaptado. Gonzalo Torres, un adolescente que nació con una pierna más larga que la otra, representará a su ong. Y aunque su objetivo principal para los 30 chiquillos (entre 6 y 16 años) que tiene a su cargo es que se alejen de los peligros de la calle, Analí pretende darle las condiciones necesarias para que luchen por sus medallas. 'Surf para todos' no posee local. Analí cita a sus alumnos en su casa o en la playa. Tres veces por semana, luego de clases, aprenden a domar las aguas con la mejor. Y más achorada, por cierto. "Le pedí apoyo a la gente del surf. A varios los paré en seco. Oe, 'colorado', tienes cincuenta tablas botadas. Hazte una con los chibolos pe. Así hice con todos. Hoy en día mis chibolos tienen su tablita y su wetsuit. Rotan, pero qué chuma", cuenta. Al rato un jovencito, con la cabeza rapada, en short y bividí le grita, le pasa la voz desde la calle. "Chato, mañana en San Bartolo a las 4:00 p.m. Ya sabes, después del cole. No seas muy vago nomás". Analí Gómez tiene madera de maestra. Y de hecho su plan a futuro es montar una escuela. Esta, mientras tanto, es gratuita. El retiro, aunque calculado, todavía le da un margen. "A cada quien le llega en su momento. A mis 31 años, me entreno muy duro porque sueño con Lima 2019 y las Olimpiadas. Solo así me iría tranquila. Pero soy consciente también que a partir de los 35 años el nivel va bajando". En tres semanas, en Punta Rocas, disputará una nueva edición de los Panamericanos de Surf Open. Irá por el tricampeonato (se alzó con el primer lugar en el 2010 y el 2015). Pero el tiempo, tirano, no solo la exige en cuanto a logros deportivos sino también en deseos personales. "No conozco Hawái. No me ha tocado correr allí, y con mi plata no voy ni a Huacho. Espero conocer la cuna del surf alguna vez". Solo el circuito de hombres compite en Hawái, debido a la violencia y altura de las olas. Un deseo Los padres de Analí Gómez, Víctor y Vilma, no le compraron nunca una sola tabla. Las monedas escaseaban y, además, no entendían el deporte del todo. Hasta ahora. "Sé que ha ganado algo ahora. Y que en el estadio tiene su cosas (Laureles deportivos), pero ahí nomás", dice Víctor, el patriarca de los Gómez, acomodándose un chullo. Salvo su hermano José, mejor conocido como 'Jarita', campeón nacional de olas grandes, son pocos en su familia quienes comprenden sus dificultades y conquistas. Pero ella lo toma con buena onda. Uno de los tantos anhelos que tiene Anelí es que sus padres, setentones ya, la vean competir. Ya no hay razones para lloriquear. Es hora de chillear sobre la arena. A cada quien le llega en su momento (retiro). A mis 31 años, sueño con Lima 2019 y las Olimpiadas”.“No conozco Hawái. No me ha tocado correr allí, y con mi plata no voy ni a Huacho. Espero conocer la cuna del surf”.