El Día del Maestro 2023 se conmemorará el jueves 6 de julio. Por tanto, diversos alumnos y exalumnos buscarán rendir un significativo homenaje a quienes los formaron en su etapa escolar o en su educación superior. Durante esta fecha, varias instituciones realizan actividades para reconocer la incansable labor de su personal docente. AQUÍ te dejamos los más significativos poemas para demostrar gratitud y cariño a los profesores y profesoras que marcaron tu vida positivamente.
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La constancia, la paciencia
el saber y la confianza,
esos son los maestros
que derrotan la ignorancia.
Lo mucho que aprendimos,
lo poco que valoramos,
cuánto esfuerzo dedicado
enseñando abecedarios.
Jamás, queridos maestros,
quedarán olvidados
siempre los recordaremos
como seres abnegados.
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soltarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
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Vocación tempranera y siempre bien sentida,
esta de ser Maestro por amor entregado,
este ir alumbrando caminos por la vida,
ilusionadamente, de niños rodeado.
Poner alma de artista en la noble tarea,
con fuerza misionera y mano delicada;
saber irse quemando en aras de una idea,
saber seguir la estrella del bien entresoñada.
Sembrador sin pereza, poner en la besana
al par del rubio trigo semilla de amapolas;
estrenar alegría y fe cada mañana,
y en el trance difícil quedar con Dios a solas.
Siempre con una sonrisa en clase
a escribir mi nombre me enseñaron,
los números y el abecedario,
y también su amistad me brindaron.
En este día especial del maestro,
reciban este poema de obsequio,
ha salido del fondo del corazón
con mucho cariño, respeto y amor.
En las horas de enseñanza te hemos visto bajar tu mirada marchita, en donde se asoma con tristeza tu lágrima, como el que ha perdido toda esperanza; cuando con desconsuelo vez que tus anhelos de enseñanza han sido ignorados por lo que deben de escuchar para aprender, o ignorado por los que examinas.
Desconsolado por tanto trabajo, llegado el momento en el que te dan como trofeo su indiferencia o desprecio.
Orgulloso debes sentirte, porque el mañana te lo gratificará y a él se lo cobrará.
Con gran amargura recordará tus sabias enseñanzas, pero, solo se, lo lamentará…
En este día se celebra al maestro, por su rol edificador en la sociedad. Foto: Andina
Eres voz que corrige e impulsa
Donde quieras, tu misión realizas
Unas veces allá en las ciudades
Como otras también en provincia
Amistad y sapiencia tú entregas
Das cariño y forjas ideales
Oh. Maestro, tus manos benditas
Rieguen paz y ventura infinita
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Entro en el aula, empiezo a hablar a un ciento
de caras mal despiertas: por un rato
sobre sus vidas, rígido, desato,
cumpliendo mi deber, el frío viento.
Del Ser y de la Nada, de la Idea
y la Cosa; la horrible perspectiva
de vértigo que se ha hecho inofensiva,
espectáculo gris, vieja tarea.
Si alguno, casi inquieto, se remueve,
los más sueñan, o apuntan, o hacen ruido.
Pero basta: es la hora ya.
De nueve a diez vieron el Ser, ese aguafiestas;
prosigan su vivir interrumpido:
yo vuelvo a mi silencio sin respuestas.
Bajola acacia en la sabana
sin un techo o con todos los detalles,
en pleno desierto, en el oasis,
en la alta trocha de los Andes,
en cualquier canal de oriente,
en la escuela más uniformada,
o en un pueblo a la espera de tenerla,
en la orilla del lago Tanganica,
bajo el sol del trópico,
en el norte más norte o
al sur más extremo...
Hay una escuela siempre que alguien
se siente en círculo con otros
a aprender y a enseñar.
Sin círculo no hay palabra.
¡Sin maestros no hay escuela!
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Aún encuentra brasas de belleza
en la mirada verde de una chica
o en el gesto impulsivo
del muchacho que busca en los poemas
la respuesta del cuerpo.
Se perderán, lo sabe,
y ha de hundirse el deseo de palabras,
el sueño generoso de otro amor,
en los pantanos del oficio sórdido.
Olvidarán la poesía,
que les regala el tiempo, corazones,
alegría, nobleza y sufrimiento.
En unos años,
será trabajo ya su juventud,
recuerdo el sentimiento,
ruina conyugal la noche que los quema;
El seguirá enseñando y persiguiendo
las brasas condenas.
El Día del Maestro es una celebración que existe desde 1853. Manuel Odría, entonces jefe de Estado, tenía la intención de fomentar la educación en el país y quiso encontrar un día para homenajear a los profesores, escogiendo de esta forma el 6 de julio, ya que José de San Martín inauguró una institución en 1822 que actualmente es la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle
El Día del maestro en el Perú no tiene una manera de celebrar como tal. Las diversas instituciones educativas mantienen distintos métodos de homenajearlos. Algunos dejan el día libre y, en consecuencia de ello, los alumnos tampoco van a clase. Principalmente en colegios, los alumnos de grados superiores organizan a los menores para realizar un agasajo como una actuación.
Aunque fue en el año 1853 cuando el entonces presidente Manuel Odría oficializó el festejo del Día del Maestro el 6 de julio, el origen de este se remonta a 1822, cuando el libertador José de San Martín fundó la primera Escuela Normal de Varones del Perú.