El final de “Al fondo hay sitio” ha dejado a más de un espectador con la idea de que el personaje de don Gilberto, interpretado por Gustavo Bueno, estaría sufriendo de Alzheimer, la dolorosa enfermedad que ocasiona la pérdida de memoria. Esta teoría ha sido impulsada por miles de internautas a través de las redes sociales.
Sin embargo, durante una entrevista con La República, el propio actor indicó que es más probable que su personaje sufra de otra enfermedad, pero esto no habría sido muy creíble por los fanáticos.
A continuación, te explicamos el origen del Alzheimer y los cambios que genera este mal en el cerebro y en el comportamiento de la persona que lo padece.
El 25 de noviembre de 1901 ingresó al Instituto para Enfermos Mentales y Epilépticos de Fráncfort una mujer de 51 años llamada Auguste Deter, quien presentaba pérdida de memoria, desorientación, alucinaciones, insomnio y la paranoica idea de que su marido mantenía una relación amorosa con una vecina.
Se trataría de la primera persona diagnóstica con la ‘enfermedad del olvido’. Cinco años después de su arribo en el hospital, el doctor Alois Alzheimer, el médico que se encargaba del caso de Auguste, presentaría durante una conferencia el primer informe. Su trabajo lo tituló de la siguiente forma: “Sobre una enfermedad específica de la corteza cerebral”.
Auguste Deter, la primera paciente en ser diagnosticada con la enfermedad del Alzheimer. Foto: The Grosby Group
Auguste murió encerrada en el mundo de sus pensamientos y murmurando para sí misma. Ella falleció el 8 de abril de 1906 por una sepsis causada por una de sus múltiples escaras.
Luego de su deceso, el doctor Alzheimer pudo estudiar el cerebro de Auguste y concluir que en muchas de sus neuronas existían dos estructuras anormales: placas y ovillos. Ambas dañaban y luego mataban las células nerviosas.
Este descubrimiento hizo que su mentor, Emil Kraepelin, propusiera de inmediato que el mal que había descrito Alzheimer llevara su nombre. Esto se mantiene hasta la fecha.
El doctor Alois Alzheimer murió a los 52 años. Foto: The Grosby Group
Actualmente, la ciencia no sabe con exactitud la función exacta de las placas y los ovillos, pero se cree que, de alguna manera, bloquean la comunicación neuronal y alteran los procesos que las células requieren para sobrevivir.