Desde hace varios días, una noticia positiva la rompe en las redes: las imágenes de Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro en el mítico jirón Huatica (hoy Renovación) de La Victoria. Poco tiempo atrás, se pudo ver al Nobel de Literatura 2010 y miembro de la Academia Francesa en el espacio que inspiró una de sus novelas mayores: Conversación en La Catedral.
En medio de noticias desalentadoras sobre la inseguridad, la política congresal y la ineficiencia del Ejecutivo, no deja de ser importante que una noticia de corte cultural se imponga a ese concentrado de horrores provenientes de nuestra realidad política.
Vargas Llosa en Huatica, uno de los escenarios de su primera gran novela La ciudad y los perros, publicada en 1963.
La historia, es más o menos así: la novela obtuvo el Premio Biblioteca Breve en 1962. Vargas Llosa tenía 26 años y acababa de ganar un concurso importante con una novela que venía con leyenda editorial: La ciudad y los perros deambulaba por casas editoriales y nadie hacía caso de ella, hasta que cierto día, Carlos Barral, el director/dueño de Seix Barral, la halló de casualidad entre los manuscritos de novela enviados a su editorial. La leyó y la hizo ganadora del concurso que él mismo patrocinaba. Carlos Barral encontró un valor y no dudó en su apuesta. Al año siguiente de su publicación, La ciudad y los perros fue reconocida con el Premio de la Crítica de narrativa castellana. No sería nada raro pensar, o especular, lo siguiente: no había joven escritor latinoamericano que no quisiera estar en sus zapatos.
En la edición de La República del domingo 29 de diciembre del 2024, publicamos una nota sobre el centenario del nacimiento de Sebastián Salazar Bondy. Por tal razón, entrevistamos a Alejandro Susti, el mayor especialista en su obra, y se habló de las cartas que intercambió con Mario Vargas Llosa entre 1959 y 1965. Se trata, sin duda, de un documento que debe conocerse (en total son 11 cartas y cuatro de ellas saldrán en la próxima edición de Hueso Húmero). De acuerdo a lo que indica Susti, encontraremos a un Vargas Llosa consagrado, pero a la vez a un joven que confía en Salazar Bondy sus alegrías y miedos. Las cartas, se colige, no solo abordan aspectos literarios, sino igualmente cuestiones humanas, que como tales están compuestas por confidencias y opiniones políticamente incorrectas, por decirlo de alguna manera.
En una de las cartas, Salazar Bondy le sugiere a Vargas Llosa que quite el capítulo referido a la guerra con Ecuador (1941 – 1942), en otra lo anima a que busque contactos y hasta le llegar a especificar sobre espacios de la selva peruana para la novela que estaba escribiendo, La casa verde, que en 1967 obtuvo el Premio de Novela Rómulo Gallegos.
En este escenario vital, Salazar Bondy cumplió un rol capital, fue un soporte anímico para Vargas Llosa. A saber, el hecho de ganar el Biblioteca Breve no supuso una publicación inmediata. Vargas Llosa tuvo que esperar muchos meses debido a la intervención de la censura franquista y en ese proceso se juntaron varias fuerzas, como las gestiones de Barral. Lo demás es historia conocida. La ciudad y los perros fue la carta de presentación del boom latinoamericano y a la fecha es la obra ideal para ingresar al universo del Nobel de Literatura 2010. Desde todos los ángulos, se trata de una novela blindada por su calidad y con vigencia.