Acerca de la última edición Hueso Húmero, número 78, aparecida el pasado noviembre, quisiera dedicar algunos comentarios.
Sobre la selección de poesía, como suele suceder, hay un muy buen criterio curado —imagino— por los directores (ambos poetas). Vale la pena notar la presencia del dossier, que abre la revista de “nueva poesía puneña”, un gran acierto por parte del comité editorial de la revista, que desde hace décadas nos tiene acostumbrados a muestras reveladoras de poesías de distintos países. Dar el giro ahora a mostrar escrituras de diversas partes del Perú es una decisión digna de aplaudir. De igual modo, destaca el trabajo de traducción y selección de poetas estadounidenses de Raúl Soto.
El ensayo sobre la pintura de Fantin Latour y su relación con los poetas de la época llama la atención. Sin duda, un texto que acerca la pintura al lector —algo siempre necesario— con una forma atractiva de narrar la relación del pintor con los poetas y todo ese ambiente parisino artístico de finales del siglo XIX. Importante que aún aparezcan textos como este en el Perú. Buen trabajo de traducción de Rodrigo Quijano. Sería genial que contemos con este tipo de trabajos que vinculan diversas disciplinas artísticas también contemporáneas.
Sobre “Los amores canallas” de Fernando Ampuero no encuentro mucho que decir. Un relato formalmente bien escrito, aunque poco verosímil para un Lima contemporánea. Nos enfrentamos a un lenguaje y unos personajes un tanto anacrónicos y exagerados. Más que una realidad peruana contemporánea, uno se siente en un relato policial gringo de mediados del siglo pasado. ¿Detectives privados? Son tiempos en donde uno resolvería sospechas de infidelidad con un hacker de Wilson.
El ensayo “Heces: Vallejo, Joyce y la materialidad del cuerpo” de Raúl Soto me parece muy bien escrito y pertinente. No solo hace notar la similitudes y diferencias entre el poeta peruano y el irlandés con respecto a lo escatológico, sino que reflexiona sobre la connotación política-cultural que ambos textos tuvieron como expositores de lo corpóreo. Bien señala que “Vallejo y Joyce subvierten, desde diferentes ángulos, el idealismo platónico de lo bello y de lo que puede ser representado en una obra literaria. O sea, ambos rechazan el fetiche de la belleza burguesa”. Cabe preguntarse hoy —en tiempos de correcciones políticas y censuras— qué puede y que no ser representado en la obra literaria. ¿Acaso será que nos hemos vuelto más cerrados y conservadores?
El relato de Alejandro Susti, “Una visita”, juega de manera muy atractiva con la memoria, el registro, la historia y la ficción. El autor relata el vínculo entre Paco Moncloa y Mario Benedetti, en un momento en el que el uruguayo era perseguido, y el gobierno de Velasco se desmoronaba. Todo a partir de una carta real entre ambos intelectuales. Quien escribe se siente cercano, pues sus abuelos fueron grandes amigos de dos de los personajes (de hecho, decidieron ser vecinos). Inevitablemente, me interesó por la narración, pero —a pesar de mi sesgo— creo que Susti recrea una época del Perú y América Latina que ya no existe y que sin duda dejó muchas huellas. Un placer de lectura.
Aplaudo también la inclusión del relato “El decapitado” del mexicano Joserra Ortiz. Con un lenguaje muy fresco, oral y crudo, el autor nos presenta a un decapitado que camina y va recordando el vínculo pasional que tuvo con una mujer y las sangrientas y fatales consecuencias que este causó. El manejo de los flashbacks, las imágenes, la oralidad, el deseo y la violencia se abarcan con maestría en este cuento. Muy recomendable lectura.
El intercambio de cartas entre José María Arguedas y Manuel Mujica Gallo resulta muy conmovedor.
La inteligencia no me da para poder comprender o adentrarme en el libro de Renzo Porcile que comenta Montalbetti. Sin embargo, rescato ciertas ideas generales que el autor del artículo señala. Estas –pienso– resultan sumamente útiles para enfrentarse a un poema (no sorprende en Montalbetti). El autor habla del obstáculo y de la detención que supone a quien lo enfrente. “El poema surge de la mira desde esa detención”. Creo que acierta. Y más aún cuando explica que ante él tenemos dos opciones: ignorarlo y seguir avanzando, o enamorarse de él y sustituir la meta original por este. Concluye que el “poeta que ignora el obstáculo es un poeta lírico” y el que “se enamora del obstáculo es un poeta del lenguaje”. La división resulta una herramienta útil para el lector que busca situarse frente al poema o al libro de poemas.
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Asimismo, utiliza la clasificación de palabras usadas por Porcile en dos grupos: “las propiamente ‘poéticas’, las de bordes imprecisos” como “vacío, nada, espejo, abismo, aire, deseo, luz, jardín, silencio” y las que corresponden al plano fijo como “teorema, tautología, oxímoron, propileos, AgNO3, hesicástico, autotélica, hibridación”. Ambas divisiones resultan muy reveladoras para quien como yo no es –en definitiva– un gran lector de poesía, para quien intenta con esfuerzo, pero que requiere de este tipo de consejos o herramientas al enfrentarse a un poema.
Epístolas. La revista incluye una carta íntima entre el escritor José María Arguedas y Manuel Mujica Gallo.
México. El relato “El decapitado” del mexicano Joserra Ortiz está cargado de pasión, violencia y una gran escritura.