El poeta español Francisco Brines, Premio Cervantes del 2020, falleció ayer a la edad de 89 años después de varios días ingresado en el Hospital de Gandía (Valencia, este), donde fue intervenido de urgencia de una hernia la semana pasada.
Fuentes de su entorno han apuntado a EFE que la muerte se ha producido a primera ahora de la noche por complicaciones de su estado de salud.
Tras ser ingresado y aunque no se ofrecieron detalles de la intervención, se informó de que Brines evolucionaba favorablemente y estaba tranquilo y estable, aunque en los días posteriores ya advirtieron que la recuperación iba a ser lenta.
Brines ha fallecido diez días después de que los reyes se desplazaran el pasado día 12 de mayo a Oliva (Valencia) para entregar el Premio Cervantes 2020 al poeta en su hogar en la finca familiar “Elca”, que ha inspirado muchos de sus poemas, al no poder celebrarse la ceremonia el 23 de abril por su delicado estado de salud.
Felipe VI entregó al escritor la escultura y la medalla acreditativas del premio más importante de las letras hispanas, en reconocimiento a la poesía “intimista y entrañable” de uno de los pocos poetas supervivientes de la Generación de los 50.
Nació el 22 de enero de 1932 en Oliva. Tras estudiar en los Jesuitas de Valencia, pasó por las universidades españolas de Valencia, Deusto y Salamanca para licenciarse en Derecho y por la de Madrid para cursar Filosofía y Letras.
A lo largo de su trayectoria, compatibilizó su producción poética con su labor como profesor universitario. Fue lector de literatura española en la Universidad de Cambridge y profesor de español en la Universidad de Oxford.
Su poesía se caracteriza por el tono melancólico de sus versos. Oscila entre la glosa de su tierra natal y el cuidado de la belleza de sus versos. El tema capital de su producción es el paso del tiempo, la decadencia de todo lo vivo, la degradada condición del ser humano sometido a sus limitaciones.
Fue compañero generacional de otros ilustres escritores que se opusieron -en verso o en prosa- al régimen franquista, como José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, entre otros.
Fue calificado como “un gran poeta metafísico” y parte de su producción conforma uno de los vértices de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX.
Su primer libro, Las brasas, fue publicado en 1959 y con él ganó el Premio Adonais. A continuación publicó Palabras en la oscuridad (1966), que le mereció el galardón con el Premio Nacional de la Crítica en 1967. Este mismo año ganó además el Premio de las Letras Valencianas.
En 1987 recibió el Premio Nacional de Literatura por El Otoño de las Rosas (1986), uno de sus libros más conocidos y populares, integrado por sesenta poemas escritos a lo largo de diez años.
Al año siguiente se adentró en el mundo teatral y revisó y adaptó el texto de El alcalde de Zalamea, cuya versión fue estrenada en noviembre de ese año por la Compañía Española de Teatro Clásico, y dirigida por José Luís Alonso.
En 1990 presentó con otros miembros de la generación poética de los cincuenta el libro Encuentro con los 50.
Generación 50. La integró con Gil de Biedma, José Ángel Valente, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, José Agustín y Luis Goytisolo.