El escritor peruano presentó la reedición de su libro El Fantasmocopio, publicado en 2010. Una historia que nos muestra el umbral de la guerra y la religión.,Esa idea que rodea El Fantasmocopio, libro de Carlos Enrique Freyre (1974), se desprende de un invento, de una máquina que nos estampa la duda. Teófilo Bernabé, su creador, acaba por resolver el misterio de la muerte, esa que los humanos nunca llegamos a comprender. Freyre nos lanza a la línea de lo que pasaría si conciéramos la salida del ataúd, de qué sentido habría si volviéramos después del fin. PUEDES VER: Carlos Freyre. el hombre que habla de la guerra ¿Cuál es su idea de la muerte? Mi idea parte siempre de la manera como cada grupo humano lleva su relación con la muerte. Son diversas formas de estructuras mentales, como los cables enredados de los teléfonos que viajan por los techos. A algún lugar llevan, independientemente una idea de la otra. ¿No cree que esa percepción de que la muerte es un comienzo sea parte de la resignación? La muerte alterna en varios planos. Desde la comprensión de la necesidad de renovarnos hasta la incomprensión que lleva a una conducta irracional. Me he topado con dos casos sorprendentes. Uno, en Tumbes, donde vi a una mujer que traía a un hombre para que resucite a su hijo, quien se había ahogado en una playa. Otro, en Amazonas, donde en medio del dolor de la muerte, un venerable ciudadano dio un discurso sobre su sobrino; un joven militar: «Hay que alegrarnos, pues nuestro muchacho murió en su ley, y nada es más honroso que morir en su ley». ¿Cómo ha sido/ es su relación con la religión? Intensa en mi adolescencia. Ahora la llevo con tranquilidad. Tengo mucho respeto por quienes eligen su vocación a partir de la fe. Existe en la historia una máquina que nos hace dudar de la existencia de Dios. ¿Qué otra cosa piensa que nos mete en la duda? Siempre he tenido una fijación por las máquinas. En el fondo creo que quisiera ser un poco Teófilo Bernabé e inventar algún tipo de máquina útil. Por ejemplo, se me ocurre que podríamos hacer una máquina para medir, electrónicamente, el nivel de dolor. No sé qué tanto sirva, pero, quien sabe. Hasta ahora el dolor solo se mide por observación. Aquí entra la valoración de la realidad. Por ejemplo, una guerra. La guerra es un fenómeno social que tiene varios rostros, pero un origen en común: la satisfacción de las necesidades de una determinada sociedad, sean estas de sobrevivencia o superfluas. Cuando la necesidad de uno fricciona con la del otro, la guerra pasa a ser una posibilidad. Los discursos conexos son el vestido para la fiesta. Pero el alma de la guerra está en esa fricción. Hans Küng, en su libro de las "24 tesis sobre el problema de Dios", decía que "la fe en Dios no puede ser simplemente afirmada, y tampoco puede ser demostrada. Pero sí debe ser confirmada". Calza perfecto con el papel de Teófilo Bernabé, ¿no lo cree? Sí. Teófilo Bernabé es un hombre de convicciones fuertísimas, solo que su temperamento no lo hace ver así. Es un hombre, que ante el evento de la pérdida, no se queda inmóvil sino que decide actuar. A propósito, y volviendo a la realidad, se respira mucho polvo en la historia. Sus experiencias también han contado en la creación del libro, teniendo más en cuenta el oficio de militar que ha desempeñado. ¿Nos puede contar alguna que le haya sido determinante? Viajar por las polvorientas carreteras del altiplano. Es una sensación irrepetible. Recuerdo en particular la carretera a Azángaro, que no tenía asfalto. El día de los muertos en las poblaciones de la sierra, de banquetes opíparos para los cadáveres. ¿Cree que los conflictos sociales nazcan de la disconformidad, de la indiferencia o de no saber escuchar? Si hubiera tan solo la disposición de escuchar al otro, se reducirían enormemente los conflictos. Pero hay más que eso; entran a jugar el estómago, la memoria, los estereotipos. Ahora, hay componentes que hacen que un conflicto empeore. Agentes externos, que si bien tienen la responsabilidad de brindar un apoyo a la solución, terminan echando por la borda todo. Hablo, por ejemplo, del periodismo. Cualquier instrumento noble, en unas manos sin escrúpulos, se convierte en una daga. Puede ser un fusil, pero también una pelota de fútbol. Puedes convertir un noble taxi ¿Qué otros agentes identificas en un conflicto? Los que no hacen nada. Y unos en especial que son de terror: los que se pasan la luz roja. Su libro salió a la luz hace nueve años. Pareciera que nada de lo que cuentas haya mejorado en la realidad. ¿Te animarías a decir que vamos a estar peor? No. Yo he visto varias etapas del Perú. Y, claro, como sociedad podremos tenemos muchísimas cosas por mejor, cambiar, implementar, hacer de nuestra democracia una piedra preciosa mejor pulida; pero también sé que existe la libertad y es en esa libertad en la que uno puede hacer las cosas bien. De eso nos daremos cuenta cuando las personas se detengan con mayor insistencia en los escaparates de las librerías. ¿Hay fe en las sociedades del presente o en los cambios generacionales? Es un hecho que la vida es cíclica. Lo inteligente es cortar los ciclos funestos y para eso hay que leerlos y predecirlos con anticipación.