Carolina del Norte es uno de los siete campos de batalla clave que probablemente decidirán las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero las zonas occidentales del estado todavía se están recuperando de la devastación del huracán Helene.
La vida allí dista mucho de haber vuelto a la normalidad, pero los residentes están decididos a votar, sea por la demócrata Kamala Harris o por el republicano Donald Trump.
En Black Mountain, uno de los pueblos más afectados por la mortal tormenta que asoló varios estados del sureste a finales de septiembre, la gente hace fila ante un centro electoral para emitir el voto anticipado.
"Habría hecho autostop para llegar hasta aquí y votar a Donald Trump", dijo Sally Wilson Pereira, que ha estado viviendo con su hija en Carolina del Sur desde el paso del huracán, pero regresó a casa para votar.
Para la ocasión, usó una camiseta de Trump con el lema "Fight... Fight... Fight" ("Lucha... Lucha... Lucha"), las palabras pronunciadas por el expresidente republicano justo después de sufrir un intento de asesinato en julio.
A unos 25 kilómetros de Black Mountain, el centro turístico de Asheville aún muestra las señales de Helene, que provocó la muerte de más de 200 personas.
Un remolque de tractor sigue volcado en una zanja, con la cabina aplastada. En otro lugar, otro remolque está sobre un techo. Hay restos metálicos esparcidos a lo largo de las orillas del río. La pared de metal de una tienda de cerámica está destrozada.
Helene fue el segundo huracán más mortífero que azotó el territorio continental de Estados Unidos en más de 50 años, después de Katrina. Aproximadamente la mitad de los muertos se produjeron en Carolina del Norte.
Pero a menos de una semana del día de las elecciones, las campañas tienen mucho en juego y no se rinden en las zonas afectadas por la tormenta.
En la sede del Partido Demócrata en el condado de Buncombe, que incluye Asheville, los voluntarios reclutan gente para que salga a votar por Harris.
La presidenta del partido en el condado, Kathie Kline, dijo que inmediatamente después de la tormenta, las tareas de limpieza "en cierto modo ralentizaron todo".
"Tomamos la decisión de no contactar a la gente sobre las elecciones durante dos semanas", dijo Kline a la AFP.
"Pero en cuanto pasó ese tiempo, y en cuanto estuvimos relativamente seguros de que la mayoría de la gente estaba bien, volvimos a ponernos en marcha".
Para Doug Brown, que encabeza el Partido Republicano en Buncombe, los problemas persisten: el servicio de Internet sigue interrumpido y no tiene suficiente gente para hacer campaña, porque muchos abandonaron la región.
"Ahora tenemos que encontrarlos, comunicarnos con ellos y conseguirles papeletas de voto por correo", señaló Brown.
Los voluntarios del Partido Demócrata Madison Sings y David Perry van casa por casa para reunirse con los residentes y animarlos a votar.
Llamaron a la puerta de Mary Ashton Inglis, que acaba de regresar después de verse obligada a evacuar durante un mes, algo inédito para ella.
"Mucha gente piensa en Asheville como un lugar al que acuden los refugiados climáticos. Por eso fue inusual que sufriera un fenómeno de este tipo", dijo en la puerta de su casa.
"Esto realmente pone de manifiesto la importancia de votar este año, porque obviamente todo esto repercute en el cambio climático", añadió la votante demócrata.
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