Exministra de Justicia y Derechos Humanos. Abogada.

Hagamos una pausa por el Perú, por Marisol Pérez Tello

 Si nos detenemos un momento, todavía podemos encontrar un camino que nos devuelva un poco de esperanza.

La pausa de Ignacio. Ignacio podría ser cualquiera, pero su historia coincide con lo que hoy necesitamos como país. Él acaba de terminar más de dieciocho años en prisión. No importa ahora discutir las razones; importa la pausa que lo cambió. En el encierro vivió dos momentos decisivos. El primero: entender que estaba ahí por sus actos, aunque muchos digan que son inocentes —y quizá algunos lo sean—; igual, tienen que asumir consecuencias. El segundo llegó al recuperar la libertad, cuando toca volver a la sociedad, corregir errores, acercarse a la familia que quedó atrás y llorar a quienes ya no están. Nada de eso es sencillo, pero en esa pausa Ignacio volvió a mirarse por dentro.

Esa experiencia me recordó la pausa ignaciana, ese gesto tan simple y tan necesario de detenernos, respirar y ver cómo estamos. San Ignacio de Loyola proponía hacerlo a diario: reconocer lo que nos da paz y lo que nos la quita, agradecer y pedir claridad para seguir. Y eso es justo lo que necesitamos hoy. No podemos continuar en esta guerra de todos contra todos, escuchando solo a quienes piensan como nosotros, creyendo que el Perú saldrá adelante si un grupo vence y desaparece al otro.

Tenemos que detenernos y reconocernos. Agradecer que, pese a todo, hemos sobrevivido a la pandemia, a crisis económicas, a gobiernos que fallaron, al crimen organizado que nos va robando la esperanza. Y pedir luz para el proceso electoral que decidirá el rumbo del país, donde los políticos debemos actuar con responsabilidad y la ciudadanía pensar bien en manos de quién dejará el futuro.

Pensemos también en las cárceles, convertidas en objetivo del populismo penal que promete seguridad a costa de abusos. Ahí conviven inocentes, culpables, primarios que no entienden cómo llegaron y personas realmente peligrosas. Una política seria debe separar, recuperar y prevenir. Ignorar eso solo profundiza el problema.

Hagamos una pausa. Ignacio ya la hizo y está empezando de nuevo. Quizá el Perú también pueda hacerlo. Si nos detenemos un momento, todavía podemos encontrar un camino que nos devuelva un poco de esperanza.