Exministra de Justicia y Derechos Humanos. Abogada.
Este fin de semana participé en un taller nacional con jóvenes líderes que trabajan en temas sociales. Hablamos de política, de liderazgo, de responsabilidad, de valores. Hablamos de compasión, ese compromiso humano y profundo con el otro, de dejarte tocar por su dolor y hacerlo tuyo.
Había una pregunta que se repetía en las intervenciones: ¿cómo enfrento el miedo y la duda? El miedo, simplemente, se afronta. Está ahí siempre, mucho más en un país en el que te pueden matar por casi todo. La política te expone más cuando la haces bien, cuando enfrentas al crimen organizado o al poder que ha sido usado para hacer daño. Pero hay que vivir con ese miedo sin dejar que te paralice. Se afronta. Se combate haciendo, caminando, hablando, dando la cara.
Y sobre la duda, quizá la pregunta más difícil, solo hay una respuesta: coherencia. Podemos equivocarnos muchas veces, pero lo importante es que los errores no nazcan de la corrupción, sino del intento honesto por hacer lo correcto.
En el Perú, el verdadero fracaso no está en fallar, sino en rendirse o venderse.
Me dio mucho gusto ver y sentir esperanza en jóvenes que quieren vivir de acuerdo con lo que piensan, con lo que creen y con lo que sienten. Jóvenes que quieren servir y que creen que un mundo mejor es posible, que por eso luchan por el medio ambiente, por la justicia, por sus pueblos y por su gente.
En el Perú hay esperanza, sin duda. Está en esos jóvenes que no se resignan, que no se rinden, aunque estén decepcionados de la política y de los políticos. Una generación que exige resultados, que quiere una democracia que sirva, que resuelva y que transforme.
Por ese joven, por todos los demás, por los que no se van, los que no callan, los que sueñan… por ese joven que anhela “ser joven para los demás”, vale la pena seguir creyendo, seguir luchando y seguir haciendo política con el corazón y con la verdad.