Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.

De la vacancia (bye bye reina Dina), por Paula Távara

Dos años y 10 meses después, el Congreso ha vuelto a activar la vacancia presidencial por incapacidad moral. 

Pasada la medianoche del 09 de octubre, y con 124 votos a favor, Dina Boluarte dejó de ser presidenta del país y fue reemplazada por el presidente del Congreso, José Jerí, quien -al menos en términos formales- deberá ocupar el cargo hasta el 27 de julio de 2025.

Celebrar una vacancia presidencial no me es posible. Esencialmente porque considero que cada vacancia es una reafirmación de la pésima situación en que nuestras instituciones públicas y políticas se encuentran: mientras que las democracias más estables celebran sin aspavientos largos gobiernos de partidos fuertes (o tienen estados que siguen funcionando por meses aún sin gobierno), nuestras crisis son tan profundas que solo nos queda apretar el botón de “reset”.

Pero no celebrarlas no significa no considerarlas necesarias. Construido sobre los cuerpos de 50 compatriotas asesinados por su represión y por las miles de víctimas de una crisis de inseguridad ciudadana que jamás intentó tan siquiera resolver, el fin del gobierno de Boluarte no podía ser otro sino hacerle “reset”. No merecíamos tener que verla entregar la banda presidencial tan campante. Sí merecíamos sentir ligeramente reivindicado el rechazo apabullante contra su incapacidad y su bien denominada “cara de jebe”,

Quedan pendientes sus procesos judiciales y su impedimento de salida del país, que tengo dudas llegue a tiempo para ser efectivo.

La vacancia, eso si, no ha sido producto de un momento de reflexión democrática y vocación de representatividad de las organizaciones políticas. Por eso, sobre la vorágine que llevó a quien parecía inamovible (por útil para el pacto) a una caída veloz deja algunas certezas que merece la pena reseñar.

Lo segundo, hemos re confirmado que Boluarte, a quien he llamado más de una vez en este espacio “la reina Dina”, realmente vivía disociada de la realidad. Pasó la jornada en silencio, ni un atisbo de acción política. Quizás sabía que todo lo que tuvo fue prestado, que siempre fue una inquilina precaria de palacio.

Incapaz de tan siquiera intentar defenderse -unos dicen que porque estaba en negación, otros que estalló en crisis de llanto irrefrenable- Boluarte se atrevió a salir a la prensa (enfundada en un blanquísimo vestido con pedrería que quizás pretendía ser su último atisbo de suntuosidad en el poder) a dar un “balance de sus logros”. Haciendo gala de la caricatura de gobernante que ha sido, fue tan lamentable su presentación que casi agradecimos que TV Perú la cortara para dar paso a la juramentación del nuevo presidente. “Ha muerto la reina, viva el rey” debió murmurarse en las oficinas públicas y locales partidarios donde campan los aliados del pacto.

En tercer lugar es que, al menos hasta el 12 de abril de 2025, toda acción es campaña. Despercudirse de Boluarte, aunque estoy convencida que no era su primera opción, era la única forma de tratar de paliar en parte los costos reputacionales de haberla sostenido en el cargo por casi 3 años.

No olvidemos además que pocos días antes, en Ayacucho, un ministro de Boluarte se encontró con gritos y empujones tras su presencia en una audiencia pública en esta ciudad. También que, en Juliaca, el proto candidato Phillip Butters tuvo que ser sacado con cerco policial de un baño, ante el rechazo absoluto de la población de la región.

Ante estos ejemplos ¿podrían los partidos de la coalición, que buscan reafirmarse en el poder, hacer campaña electoral tranquilos en cualquier lugar del país?

Su única mínima salida, creen, será agarrarse a su voto de la vacancia como a un clavo ardiendo, pese a que lo cierto es que la ciudadanía les conoce el nombre, apellido y logo partidario, y la sanción electoral probablemente será profunda.

Finalmente, y lo más de fondo, es que en un país cuyo tejido social, débil desde su nacimiento y hecho girones a lo largo del tiempo, y con más gravedad desde la pandemia, la inseguridad ciudadana no sólo es un flagelo y una preocupación central para la ciudadanía, sino que es hoy por hoy el aglutinador social más importante. Pocas veces sectores tan diversos de la sociedad y la economía se entrecruzan, solidarizan y coinciden con la fuerza con la que ha ocurrido en estos días de movilizaciones y paros. Hoy el paro no es molestia, es expresión colectiva.

Esto no ha sido ajeno a los actores políticos. Así como el asesinato de Paul Flores, vocalista de Armonía 10, forzó a las fuerzas del pacto a la censura a Juan José Santivañez como Ministro del Interior y generó una de las más grades movilizaciones tras la pandemia, la vacancia de Dina Boluarte llegó a penas horas después de un brutal atentado contra Agua Marina que ha dejado 6 heridos, 4 de ellos integrantes de esta orquesta.

Pero ni la censura ni la vacancia son fruto de una indignación con la inoperancia del gobierno y un compromiso con la ciudadanía, sino que buscan ser paños fríos para evitar incrementar la sanción y rechazo de la ciudadanía. Esperan ahora que esto desinfle las movilizaciones de la Generación Z y los paros de transportistas.

Como hemos visto en las primeras horas de este nuevo gobierno, ha cambiado todo para que nada cambie. Nuestro nuevo gobierno no tiene giro de timón ni nuevo gabinete y recibe las palmas de los mismos que aplaudieron a Dina. Si queremos realmente recuperar algo de lo que tuvimos (que nunca fue mucho, pero fue), corresponde mantener la indignación activa. Razones hay de sobra.

Paula Távara

Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.