¿Quién escucha a quienes protestan?, por Eliana Carlín

"Bien harían quienes pretenden gobernarnos desde cualquier poder del Estado en conocer bien a estos jóvenes para atender sus necesidades y brindarles esperanza en un futuro con expectativas, y no solo por afanes electoreros"

Que los jóvenes hagan uso de su agencia durante las últimas semanas en sus manifestaciones en las calles debería ser un hecho aplaudido por la clase política que se reclama democrática, así como por el empresariado que se autodenomina “responsable” y “activista”. La pérdida de legitimidad que se ilustra parcialmente con las encuestas en los casos de Dina Boluarte (5% de aprobación, IEP 2025) y el Congreso de la República (90% de desaprobación según Datum, 2025) es aún peor en la franja etaria entre 18 y 25 años, donde según CPI, Boluarte alcanza un insólito 0% de aprobación. El suelo es el límite.

La discusión sobre si este régimen es democrático o no ha sido ampliamente superada entre quienes componen la “generación Z”. No solo se trata de un régimen autoritario que los reprime duramente, sino que las élites corruptas se protegen entre sí sin pudor alguno, en desmedro de sus derechos y de su futuro. Así, los jóvenes se encuentran a merced de las componendas entre los poderes político y económico. Si no hay instituciones que medien, queda la acción directa, y eso es lo que ha pasado los últimos dos fines de semana y lo que vendrá en las próximas fechas de movilización convocadas.

Sumando sectores precarizados, los transportistas han anunciado que participarán en la siguiente convocatoria (27 y 28 de septiembre). Esto, tras el bloqueo de vías principales en San Juan de Lurigancho desde el 24 de septiembre, como protesta por el cobro de cupos y los ataques armados contra los choferes de buses en la zona. No podemos perder de vista lo que significa la acumulación que los jóvenes de la generación Z están logrando tras su autoconvocatoria. Primero lograron movilizar a los aletargados estudiantes universitarios, y ahora se pliegan los transportistas. Si bien no existen liderazgos claros en los sectores juvenil y de transportistas (lo cual puede verse en forma positiva porque añade horizontalidad), la convocatoria desde las redes sociales, usando aplicativos como TikTok y Twitch, y la reproducción de ilustraciones como la bandera pirata de One Piece han logrado importante difusión.

La desconexión de los políticos tradicionales con sectores precarizados, como la generación Z y los transportistas, revela un conflicto no solo generacional sino también de clase. ¿Dónde queda el contrato social si quienes gestionan el Estado no cumplen con su parte del trato? ¿Dónde quedan la seguridad, la educación de calidad y, en buena cuenta, las oportunidades? Si tomamos en cuenta solo a los jóvenes entre 18 y 28 años, suman alrededor de 6,7 millones de votantes, muchos de los cuales votarán por primera vez.

Bien harían quienes pretenden gobernarnos desde cualquier poder del Estado en conocer bien a estos jóvenes para atender sus necesidades y brindarles esperanza en un futuro con expectativas, y no solo por afanes electoreros. ¿Quiénes son?, ¿cuáles son sus sueños?, ¿por qué el rechazo es tan visceral? Antes de invalidar las protestas, una democracia los escucharía, pero parece ser que estamos en un diálogo de sordos.