Politóloga
La alta aprobación del presidente José Jerí - 58% según DATUM - parece confundir a los operadores políticos de la derecha del espectro político. Es importante recordar que este gobierno es efímero, con un horizonte formal breve hasta julio de 2026, pero que será actor secundario desde las elecciones de abril. En este escenario resulta por lo menos inconveniente que en un país con un sistema de justicia lento e ineficiente, de pronto se reabran carpetas fiscales, se dicten sentencias, y se manden prisiones sin sentencia a una velocidad de crucero.
Los casos de Ollanta Humala, Guillermo Bermejo, Martín Vizcarra, Aníbal Torres y Pedro Castillo son judicialmente distintos entre sí, pero ante la ciudadanía son iguales: cinco personas que aspiraban a la candidatura presidencial, y en tres casos que han sido presidentes, que en cuestión de pocos meses son encarcelados. Sumemos a esto que suena como un hilo de continuidad al fraudismo que trató de anular los votos a favor de Pedro Castillo en 2021 con argumentos tan estúpidos como que “es imposible que un candidato obtenga un porcentaje tan alto”. Sin evidencia, pero con prepotencia, quisieron borrar de un porrazo la voluntad de miles de votantes. ¿Suena familiar lo que ha pasado ahora?. Sí, pero esta vez esos votos se eliminan por anticipado. No se permite ni que postulen. ¿Qué le queda entonces a quienes querían votar por estos candidatos?
Esta ciudadanía ya no cree en instituciones. Cree en (algunas) personas. Y si le quitan a la persona en la que había depositado su última esperanza (por imperfecta o discutible que sea), es probable que veamos la consecuencia en las urnas. No olvidemos que, según Ipsos, se ha incrementado el porcentaje de personas que considera que Pedro Castillo fue una víctima. En febrero del año 2023, 43% pensaba que el Congreso fue quien dio un golpe de Estado contra Pedro Castillo. En mayo de este año el porcentaje llegó a 59%. No tenemos cifras más actuales, pero la reciente sentencia sin duda reforzará la idea de injusticia.
Los candidatos encarcelados transmutan la bronca contenida en una molestia difusa y movilizadora con resultados probables como un abstencionismo mayor al promedio, y un voto que premie a outsiders anti-establishment. Porque, en última instancia, cuando la ciudadanía ya no confía en jueces ni congresos, el verdadero golpe se puede dar mediante el voto.