Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.
Rosa tiene 50 años, tiene familiares con diabetes, ella va a su médico en EsSalud quien le diagnostica obesidad preclínica (exceso de grasa) y menopausia, le manda exámenes para descartar otras enfermedades vinculadas, la deriva al nutricionista para mejorar su dieta, le recomienda hacer ejercicio y caminar al menos 5 mil pasos diarios. Rosa sale renegando diciendo que esperó tanto para que el médico no le recete medicamentos, seguro hay desabastecimiento pensó.
Esta historia se repite en los ámbitos de la consulta médica tanto públicos y privados, si no se le receta un medicamento al paciente, es un “mal médico”, y no tiene sentido ir a consulta para que le digan lo que ya sabe: “tengo que hacer actividad física”. Ella, al igual que muchas personas, cree que todo debe ser tratado con pastillas, pero esto no es cierto.
Y es que, la falta de actividad física está relacionada con múltiples enfermedades, desde varios tipos de cáncer, así como la demencia, diabetes, enfermedades cardiovasculares, depresión, entre otras. Como bien menciona Rosa, todos sabemos que hay que hacer actividad física, pero el problema no sólo es de las personas que sabemos y no lo hacemos, sino también del proceso de la prescripción del ejercicio, sus facilidades y de cómo se enseña y acompaña.
En primer lugar, son pocas las universidades que incluyen cursos (electivos porque no son parte de la currícula obligatoria) de prescripción de actividad física en la formación básica de médicos y nutricionistas, profesionales que son quienes más “prescriben” o deberían prescribirlo. Recetar ejercicio no es sólo decir “tiene que hacerlo”, sino que al igual que con las dietas, hay que hacer un plan adaptado a las necesidades de cada persona, monitorearlo y actualizarlo según su progresión.
Al ser el ejercicio una de las primeras recomendaciones para preservar la salud y combatir diversas enfermedades, debe haber en el equipo de salud un profesional que tenga esas competencias. Una alternativa es la de reformar la currícula de los nutricionistas o la de los profesores de educación física, que de ser el caso, tendrían que sumarse a los equipos básicos de salud.
El siguiente problema con la prescripción del ejercicio es en donde enseñarlo o practicarlo. Hoy los centros de atención primaria de la salud no cuentan con espacios físicos ni implementos para ello. Por ejemplo, cuando se hace la psicoprofilaxis obstétrica a las embarazadas no se les dice que vayan a otro centro para aprenderla o hacerla (p.e. un gimnasio), sino que se hace dentro del establecimiento de salud, en forma similar cuando se hacen las sesiones demostrativas en nutrición.
Invertir en la preservación de la salud a través de la prescripción de ejercicio es una necesidad para nuestro sistema de salud, esto nos permitiría ahorrar en medicación para diversas enfermedades, tener mayor independencia al llegar a la vejez y una población mucho más saludable física y mentalmente. Por ello, necesitamos menos pastillas, y más zapatillas.

Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.