Informar sobre lo que sucede en Gaza no es terrorismo

El asesinato de periodistas en ejercicio en Gaza constituye una afrenta al derecho inalienable de las sociedades a conocer la verdad.

El fin de semana, se dio a conocer sobre el asesinato de 5 periodistas en territorio gazatí. Estos crímenes se suman a las decenas de miles de civiles ultimados desde el inicio de la guerra, el 7 de octubre de 2023.

Pedir razones ante este tipo de muertes es un menester humanitario urgente. Las ejecuciones que el mundo está viendo en vivo y en directo forman parte de un patrón de violencia sistemática que convierte en objetivo militar incluso a quienes, según el derecho internacional, deberían gozar de especial protección, como son los hombres y mujeres de prensa.

No basta con tachar de “terroristas” a personas después de haberlas ejecutado. Tal recurso retórico, además de socavar la legitimidad de quien lo emplea, busca suprimir retroactivamente el principio fundamental de presunción de inocencia.

Al respecto, el derecho internacional humanitario es inequívoco. La civilización logró un hito para la paz al, por ejemplo, obligar a los Estados a que toda acusación de terrorismo debe ventilarse ante tribunales legítimos, con garantías procesales plenas y respeto escrupuloso al debido proceso.

No es cualquier cosa. Los Convenios de Ginebra establecen que ninguna persona puede ser condenada sin un juicio previo ante un tribunal independiente e imparcial (Convenio III, arts. 84, 99 y 102; Convenio IV, arts. 64 y 66). El Protocolo I (art. 75) y el Protocolo II (art. 6) consagran el derecho de todo acusado a ser informado de los cargos, a ejercer su defensa y a ser juzgado sin dilaciones indebidas.

Por su parte, el Estatuto de Roma (art. 8.2.a.vi y art. 67) tipifica como crimen de guerra la privación deliberada del derecho a un juicio justo e imparcial. Incluso los capos nazis, responsables del genocidio contra el pueblo judío, fueron procesados en Núremberg con pleno respeto a las garantías judiciales.

Gaza no merece un estándar inferior al aplicado a los perpetradores de uno de los horrores más execrables del siglo XX.

En medio de esta tragedia ampliamente denunciada alrededor del globo, se perfila un bloque relevante dentro de la comunidad internacional. Francia, España e Italia, junto con Canadá y Australia, han respaldado la moción de una solución al conflicto amparado en el reconocimiento de dos Estados soberanos.

Esta vía política es indispensable para frenar la hemorragia de vidas y detener el colapso humanitario que asola a la población palestina, en la que, además de árabes, subsisten judíos y cristianos palestinos.