Las razones por las que Dina Boluarte debe ser vacada son muchas y de diversa índole. El motivo más humano son los 49 asesinados en manos de represión policial sobre la cual se implantó su régimen a sangre y fuego. Sin embargo, esto no fue motivo suficiente para una moción de vacancia para las fuerzas co-gobernantes que se encuentran desde dentro y fuera del Congreso. Esta semana, sin embargo, se alzaron múltiples voces que reclaman la necesidad de una vacancia, por nada menos que traición a la patria. ¿Y cómo de un momento a otro se volvió traidora a la patria la doña de los Rolex?
En un viaje a Niza (Francia) autorizado por los partidos políticos aliados de Boluarte, la presidenta firmó el llamado “Tratado de Altamar”, cuyo nombre oficial es” Tratado sobre la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina más allá de las jurisdicciones nacionales”.
Ciertos gremios empresariales, fuertemente ideologizados con una agenda en contra del desarrollo sostenible, se manifestaron furibundamente en contra de este tratado sosteniendo varias mentiras. En primer lugar, el dichoso Tratado no afecta la soberanía nacional en tanto las 200 millas se encuentran inafectas. En segundo lugar, tampoco genera obligación alguna al Perú en relación a la CONVEMAR.
Entonces, ¿por qué tanto griterío? ¿Han venido algunas empresas realizando actividades extractivas en altamar frente a nuestras cosas? Pues este compromiso internacional permitiría conservar los recursos naturales de dichas áreas. Recursos que, como sabemos, son finitos y la depredación sin límites no lleva a nada bueno a esta casa de todos que es el planeta tierra.
¿Cómo es que la firma de este instrumento internacional sí es motivo de vacancia presidencial y el asesinato de medio centenar de compatriotas no lo es? ¿Qué significa para los gremios que firman el “patriótico” comunicado traicionar a la patria?, ¿cuál es la patria que les genera dolor? Estas preguntas requerirían una reflexión de dimensiones enciclopédicas y la discusión quedaría inconclusa.
El recurso patriotero es risible a estas alturas. La discusión sobre la nación, las naciones y las fracturas que presenta nuestra sociedad deben ponerse sobre la mesa de cara al proceso electoral de 2026, por lo menos para asumir la deshumanización de tantos compatriotas desde los espacios de poder tradicional. Son discusiones sin las cuales no será posible avanzar.
Las élites empresariales y congresales toleraron la represión porque garantizaba la continuidad del modelo extractivista que les beneficia, pero rechazan un tratado que perciben como una amenaza a sus privilegios en los recursos marinos. La “traición” no está en la firma de Boluarte, sino en un sistema que mide la moralidad de sus líderes según su utilidad para el poder