Trump, su propia medicina, por Mirko Lauer

Lo sucedido pone de relieve varios hándicaps sociales de Trump, como su maltrato verbal a quienes no piensan como él, su desdén por grupos postergados, su constante desafío desde una posición de razón y poder que se juran absolutos

Sorprende que el atentado contra Donald Trump no se haya producido mucho tiempo antes. El político tiene años paseándose por los EEUU predicando con violencia verbal contra los más diversos grupos sociales, étnicos, ideológicos, y otros. En la tierra donde el arma de fuego es sagrada, disparar contra el presidente es un hábito histórico.

La versión estándar que ya circula es que el atentado sellará la victoria de Trump. Lo hará porque se salvó por un pelo, porque reaccionó con bravura, porque se ha convertido en la principal víctima de la campaña electoral. Este tipo de magnicidio frustrado tiende a mejorar la aprobación del herido. Ronald Reagan ganó ocho puntos por lo mismo en 1981.

Pero quizás hay que distinguir el impacto del efecto. Aquí se ha demostrado que Trump no es invulnerable, y quizás solo sigue vivo por la relativa impericia de un francotirador. La heroicidad del momento puede desgastarse de aquí a noviembre. En otras palabras, la posible victoria de Trump no necesariamente será por el disparo.

De otra parte, lo sucedido pone de relieve varios hándicaps sociales de Trump, como su maltrato verbal a quienes no piensan como él, su desdén por grupos postergados, su constante desafío desde una posición de razón y poder que se juran absolutos. Todo esto atrae más violencia. Un atentado es como su propia medicina.
Un comentario recurrente en estos días es que el atentado cambiará la naturaleza de la campaña. Suponemos que se refieren a que habrá más reproches al Partido Demócrata por algo así como la satanización de Trump, y que también habrá un refuerzo en la seguridad de ambos candidatos. También podemos pensar sobre un posible fanatismo en alza.

Luego están los inevitables argumentos conspirativos, como el tirador eximio que deliberadamente disparó a rozar, no a matar; o lo que se dijo en el caso de John Kennedy sobre dos tiradores, con uno solo que dio la cara; o un efectivo contrato de los demócratas, con un sicario que falló. Cualquier cosa para esquivar lo evidente.
Trump se ha dedicado a cultivar enemigos por todo EEUU y por el mundo entero. Ahora que ya tiene esos enemigos, se dedica a amenazarlos con una presidencia a la vez vengativa e impredecible. ¿Cómo desearle buena suerte?

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).