Opinión

Correas de transmisión tóxicas

"Estamos entrampados porque la presidenta teme que su destino sea la cuota de género en el fundo Barbadillo".

La angustiosa proliferación de delitos callejeros, y el consiguiente aumento de la violencia, son las principales preocupaciones de los peruanos. Esto significa que las calles han sido abandonadas, en una suerte de escenario distópico con la marca Perú. Es decir, gradual, asolapado, insidioso. Pese a que muchos habitantes del país enfrentan problemas tan acuciantes como el hambre, la inseguridad callejera es su mayor temor. No sin razón.

En una nota de investigación de Doris Aguirre, Alexandra Ampuero y María Elena Hidalgo, publicada por La República en su edición de ayer, se especifica que cada 24 horas se denuncian más de 4.000 delitos. Y precisan: significa que se registraron “169 denuncias por hora. Más o menos tres denuncias por minuto”.

Como todo síntoma, esta es la resultante de múltiples factores. Uno de estos, según el fiscal superior Jorge Chávez Cotrina, coordinador nacional de las Fiscalías Especializadas contra la Criminalidad Organizada, es la crisis política. El constante cambio de ministros del Interior desestabiliza el funcionamiento del sector y desmoraliza a quienes luchan contra la criminalidad.

Me permito agregar que lo que desmoraliza a un bando, enardece al otro. Sucede en cualquier guerra. Es por esto que la batalla de la información es clave. Y la información que recibimos todos, incluidos los delincuentes, es que estamos abandonados a nuestra suerte. Y la peor suerte, como siempre, la llevan los más desprotegidos.

Esta es una de las razones por las cuales es inviable continuar en este piloto automático –escorado a la derecha más conservadora, pero con la anuencia de la izquierda igualmente retrógrada– que favorece tanto a la delincuencia callejera, como a la de “cuellos blancos”.

Estas correas de transmisión tóxicas llegan a todos los niveles sociales: si el Congreso es un antro de corruptos y el Ejecutivo practica la vista gorda, ¿por qué no yo? Esto, lamentablemente, incluye a la Policía, cuyos efectivos escasean y los que vemos dan miedo. Esta situación es insostenible y no se va a resolver con medidas demagógicas y griterías destempladas como la del exministro de Educación.

Estamos entrampados porque la presidenta teme que su destino sea la cuota de género en el fundo Barbadillo, donde alternaría con maestros de la mentira, como el nuevo huésped, Alejandro Toledo. Es inviable que esta gangrena continúe hasta el 2026. Esperemos tener los suficientes anticuerpos democráticos para detener esta podredumbre.