Polarización afectiva

“Un tardío reconocimiento del rol de las emociones en las ciencias políticas y sociales puede llevar, en algunos casos, a idealizar el rol de lo emocional...”.

La investigación sobre el rol que juegan las emociones en el comportamiento político, social y económico ha ido creciendo en el tiempo en la medida que modelos que en algún momento fueron predominantes, como el de la acción racional, han mostrado sus limitaciones para comprender la acción humana. En general, este enfoque racionalista plantea que las decisiones y comportamientos de los sujetos se organizan en función del análisis que una persona hace sobre el costo y beneficio de un determinado comportamiento en una situación dada.

La idea subyacente es que siempre estamos analizando los pros y contras de nuestro accionar buscando maximizar beneficios a la vez que reduciendo costos o riesgos implicados en nuestras decisiones.

Este concepto ha tenido cierta utilidad hermenéutica, pero trabajos como los de Kahneman sobre la existencia, en simultáneo, de lo que denomina “pensamiento lento” o “sistema 2” y “pensamiento rápido” o “sistema 1” muestran que el análisis costo beneficio, que sería el “pensamiento lento”, más racional, es solo una de las formas de procesar nuestras vivencias, que se activa en ciertas circunstancias y que muchas veces actúa en simultáneo o en relación con el llamado “pensamiento rápido”, donde las emociones y la intuición, para bien o para mal, tienen una función importante.

Las emociones están muy presentes en nuestras decisiones, pero somos lentos para reconocerlas. A veces conducen al error, y en política, se suele aludir a ello cuando se dice que votamos con el pie, el hígado, estomago u otro órgano diferente a la cabeza; pero también ayuda a decidir en situaciones inciertas. Un libro como el de Malcolm Gladwell, Inteligencia intuitiva, está lleno de ejemplos que apuntan en uno y otro sentido.

Lo que se podría llamar un tardío reconocimiento del rol de las emociones en las ciencias políticas y sociales puede llevar, en algunos casos, a idealizar el rol de lo emocional en el comportamiento social, por el balance que ofrece al limitado enfoque racional. Hay que tener cuidado con idealizar el rol de lo emocional versus lo racional en la política, más aún en estos días. El “pensamiento rápido” se asocia a la creatividad, a mirar las cosas desde diferentes ángulos, y por lo tanto aporta a la calidad de las decisiones, pero también puede estar presente en fenómenos como la polarización afectiva, que ayuda poco a la convivencia democrática.

Esta última es entendida como el proceso a través del cual se tienen sentimientos de rechazo hacia quien es visto como oponente, no por lo que piensa o cree sino por lo que es. Se suele vincular a los afectos hacia miembros de agrupaciones políticas contrarias, pero su uso aplica también para cualquier “otro” que es visto como contrario. Prima la agresividad y se reducen las discrepancias a un “ellos versus nosotros”. Pone las palabras al servicio del etiquetamiento evitando el pensamiento y la deliberación de ideas.

Está presente en el actuar de los políticos, pero recuerde la interacción de hace unos días con algún conocido o no conocido, más aún en redes sociales, y tendrá ejemplos por doquier. Mucho más en países como el nuestro, donde la cultura de exclusión, el racismo y las diferencias étnicas son parte de nuestra historia y estructura (Torcal et al., 2023). Aludir a caviares, fachos, comunistas, cholos, blanquitos y demás, con toda la violencia asociada, es parte de esta dinámica.

Entre otros efectos, la polarización afectiva está vinculada a la fragmentación social y a la desinformación. Nos demos cuenta o no, nuestros afectos van siendo retroalimentados por los grupos donde actuamos; nos exponemos más y entendemos básicamente aquello que confirma lo que ya se cree. Una amenaza a la convivencia y al desarrollo que hoy vemos tan lejano y difícil.

Torcal M, Reiljan A and Zanotti L (2023). Editorial: Affective polarization in comparative perspective. Frontiers in Political Sciences.

larepublica.pe
Hernán Chaparro

La otra orilla

Profesor e investigador en la Universidad de Lima, Facultad de comunicación. Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del comité consultivo del área de estudios de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Viene investigando sobre cultura política y populismo.