Domingo

Indira Huilca: “Coincido con quienes cuestionan que la izquierda repita el mantra de la Asamblea Constituyente como si fuera solamente un asunto de ir a votar”

Desde el intento del fujimorismo de convertir a la desaparición de su líder histórico en un acto político, hasta los viejos dilemas de la izquierda y el desafío que significa un llamado a la Asamblea Constituyente. La excongresista Indira Huilca habla en esta entrevista de la actualidad y de lo que le toca al sector político que representa.


“Más que la tragedia de lo que ocurrió con mi padre, su presencia en la política influyó mucho en mi familia. Somos una familia que viene del movimiento sindical. Para nosotros era normal ver que la gente se organizara”, dice Indira Huilca, en una conversación fugaz en un parque de Magdalena. Explica de esta manera el trabajo que la ha llevado este año a buscar puntos de coincidencia para articular una suerte de oposición al gobierno. Ha conversado con la izquierda con la que es afín y con la derecha con la que ha rivalizado tantas veces. Su afán es encontrar puntos en común, sin pensar en alianzas electorales. Eso último -asegura- no es hoy lo más importante.  

Eres una política muy crítica del régimen de Alberto Fujimori y de lo que ha significado para el país, pero más que un balance sobre lo que fue su régimen, lo que quiero preguntarte es qué sentiste cuando te enteraste de su muerte, ¿sentiste desazón, desconcierto o algo parecido al alivio?

Mira, realmente la noticia me tomó de sorpresa. Pero lo tomé como algo natural, porque evidentemente era una persona mayor, se había reportado que tenía algunas situaciones de enfermedad y cuando estaba en el penal de Barbadillo tenía atención médica bastante intensa. Esa fue mi primera reacción, pero lo segundo que pensé fue en el tipo de uso político que le iban a dar al fallecimiento.

Y no te equivocaste.

La verdad es que no solamente no me equivoqué, sino que creo que fueron sobrepasadas todas mis expectativas. Claro, alguien como yo, que tiene una posición muy clara y definida respecto a cómo opera el fujimorismo podía haber dicho eso, pero creo que eso también ha sido ratificado en la percepción de miles de personas que no se imaginaban hasta qué punto se iba a gestar un montaje político, de la magnitud del que hemos visto, con estas acciones en el Ministerio de Cultura. No hablo del sepelio, sino de todo este show que luego incluyó la música del Baile del Chino en pantalla gigante y la llegada a Palacio, con la propia Boluarte allí, en este momento en que está siendo exigida por la población para que asuma las tareas que corresponden ahora que el país está en diversos tipos de emergencia.

¿Te consideras una enemiga del fujimorismo?

Mira, yo más que enemiga del fujimorismo soy una persona que siempre va a ser frontal con el fujimorismo. Quisiera no ser enemiga en política, porque eso implica la anulación del otro…

Querer que desaparezcan.

Sí. Pero lamentablemente el fujimorismo es el que se ha constituido como una fuerza que lo que ha buscado es anular al otro.  Y lo digo de manera literal, pero también de manera muy simbólica. Siempre ha sido un grupo que lo que ha buscado es desprestigiar, deslegitimar a otras fuerzas políticas que no piensan como ellos y quisiera estar lo más distante de ese tipo de actitud en la política.

¿Los jóvenes de izquierda se preguntan a veces sobre el pasado de esa izquierda? ¿Se preguntan, por ejemplo, por qué cierto sector de la izquierda avaló la llegada al poder de Alberto Fujimori en 1990? ¿Por qué avalaron a ese aventurero de la política?

Claro que sí, es parte de los balances no solamente de la izquierda sino de lo que fue una época crucial para el país. Recordemos ese tránsito de los años 80 a los años 90, en el que no solamente existió esta situación de crisis económica monstruosa que hasta hoy día muchos la tienen en el imaginario colectivo, la hiperinflación, sino que también era un momento de crisis social y de convivencia. Teníamos encima la violencia terrorista, pero también la violencia ejercida desde el Estado, por las violaciones a los derechos humanos, que no respetaban la vida de muchísimos que no callaban ante la atrocidad que se estaba viviendo. Entonces, era una época de cambios, para el sistema de partidos en general, no estoy hablando solamente de las izquierdas, sino de las derechas tradicionales, incluso para los otros partidos que no entraban en esas dos perspectivas. Y en ese tránsito es que muchos grupos, muchos partidos, muchos referentes políticos, incluyendo a los de la izquierda histórica, tuvieron que optar entre Vargas Llosa y Fujimori. Yo no creo que haya sido una decisión fácil, pero sin duda nos deja lecciones. Y las lecciones son que uno no debe olvidar finalmente, más allá de lo que decide en una segunda vuelta, que el camino está en construir un proyecto político que siempre esté enraizado en las luchas y en las demandas del pueblo.

¿Y en los foros, en las reuniones en las que comparten con izquierdistas de esa época, alguien ha dicho: “Sí, nos equivocamos en ese momento”? ¿Has escuchado algún mea culpa?

Lo que he escuchado son muchos balances. Y también quisiera decir que son balances plurales, porque no toda la izquierda votó por Fujimori. Hubo un sector de la izquierda que llamó a votar viciado. Obviamente ningún sector de la izquierda llamó a votar por Vargas Llosa, pero hubo un sector que en la segunda vuelta optó por lo que consideraban en ese momento el mal menor o, incluso, la opción apropiada. Otro sector, no menor, o no minoritario, también dijo: “Bueno, hicimos el voto, ahora construyamos desde abajo una alternativa”. Porque la izquierda misma había padecido de sus errores políticos, de su fraccionamiento, de sus dificultades por comprender un país que estaba cambiando de época.

Huilca asegura que para un sector de la izquierda no fue una "decisión fácil" apoyar la candidatura de Alberto Fujimori en 1990. Fotografía: Archivo La República.

Huilca asegura que para un sector de la izquierda no fue una "decisión fácil" apoyar la candidatura de Alberto Fujimori en 1990. Fotografía: Archivo La República.

En julio escribiste una columna que se titulaba La oposición y en ella te preguntabas “¿Cómo así un gobierno en el grado cero de aprobación y tan repudiado en todo el país no enfrenta una clara oposición política?”. ¿Ya tienes una respuesta para eso?

Tengo varias respuestas, por supuesto. Creo que un factor importante que ha dificultado la presencia pública de una oposición política, por el lado de los ciudadanos, ha tenido que ver con la represión que se ha vivido, pero por otro lado también hay que centrarnos en el accionar de los actores políticos, en un espacio opositor de coordinación mínima. Y lo que hay en este momento es la incomprensión de la magnitud del problema frente al cual estamos. Es decir, muchos partidos políticos, algunos que han logrado inscribirse en este periodo, no estoy hablando únicamente de las izquierdas, están pensando que hay que prepararse para el proceso electoral del año 2026, que puede incluso adelantarse, y no han pensado que antes del 2026 hay una pelea que dar. Y esa pelea implica coordinar, organizar, unir posiciones que en este momento no son tan claramente coincidentes. Entonces, la capacidad de coordinar, de liderar un espacio opositor a nivel político, no a nivel social, porque la gente a nivel social ha hecho mucho más de lo que los políticos han hecho, es una tarea que creo que no se ha hecho con toda la seriedad y con toda la responsabilidad que debió haberse hecho.

¿Con quién formarías tú una coalición de opositores?

Bueno, con todos aquellos que claramente digan que lo que está haciendo el Parlamento es inaceptable, que no es democrático.

Dame dos nombres.

No te puedo dar un solo nombre, ni dos, porque creo que esto es una especie de llamado a todo aquel grupo o líder político, de centro, de centro izquierda, hasta de derecha, que diga claramente que lo que el Parlamento está haciendo es inaceptable, que diga claramente que debería haber un adelanto electoral para que esta gente no se quede un minuto más, para que Boluarte no siga en la impunidad. Esos son actores con los cuales se puede generar un espacio opositor. Eso no significa necesariamente una alianza electoral.

Hablemos un poco del pasado. El 2019 fue un año interesante para ti. Fue el año en el que rompiste con el Nuevo Perú de Verónika Mendoza y también el año en el que un entusiasta Juan Carlos Tafur dijo que eras presidenciable.

Bueno, fue un año muy intenso porque también fue el último año del Parlamento al cual yo pertenecí, un Parlamento que fue disuelto de manera constitucional, también muy deslegitimado en su mirada, desde la ciudadanía, y costó mucho, durante ese último año, intentar aprobar algunas reformas y evitar también que se tomaran algunas decisiones graves, atentatorias contra la democracia, que fue finalmente lo que produjo la disolución del Parlamento, como la elección del Tribunal Constitucional.

Te mencionaba lo de Tafur, ¿qué es lo que pasa por la cabeza de un político cuando escucha que puede ser presidenciable?

Bueno, cuando uno escucha ese tipo de comentarios, lo que tiene que hacer es pensar realmente en cuánto todavía queda o cuánto hay que hacer para concretar más que objetivos individuales, los objetivos colectivos.

Esa es la respuesta políticamente correcta, pero, ¿en serio nunca has pensado en aspirar a algo más que al Congreso?

Lo primero que yo pensaba después de eso es, bueno, y ahora, cuando se disuelve el Parlamento, ¿qué viene? Y yo soy muy clara, vengo de un proceso de participación política, de militancia política en el que siempre he pensado que tenemos que construir un proyecto colectivo, tenemos que pensar que este país no se va a resolver únicamente si es que alguien, un salvador, una salvadora, gana la elección.

"Nunca me voy a arrepentir de mi voto por Pedro Castillo", dice la exparlamentaria. Fotografía: Archivo La República.

"Nunca me voy a arrepentir de mi voto por Pedro Castillo", dice la exparlamentaria. Fotografía: Archivo La República.

¿Eres de las personas que piensa que se necesita de todas maneras una Asamblea Constituyente?

Soy de las que piensa que es una discusión que cada día está siendo más presente en el sentido común de la gente. Y soy de las personas que piensa que negarse a ello realmente es tener una posición antidemocrática, porque ya esta Constitución ha sido pisoteada, cambiada, a vista y paciencia de todo el mundo. Entonces, incluso hoy día ya la Asamblea Constituyente o un proceso constituyente no es una cuestión que deba solamente verse como una posibilidad o un deseo, sino como, lamentablemente, la única vía para poder desmantelar todo lo que han hecho en el último año, cambiando la Constitución a su antojo. Yo no creo que alguien realmente demócrata piense que la Constitución tiene que quedarse como se ha quedado. Cambiada, modificada, a gusto de los sectores mafiosos que lo que han hecho en la práctica es destruir el régimen político y hacer que el Parlamento y lo que va a ser un próximo Senado concentre más poder que otras instituciones públicas.

Estamos de acuerdo en las maniobras que ha hecho el Congreso. Pero, ¿por qué la izquierda cree que le va a ir bien en una elección para la Asamblea Constituyente? De repente la derecha es la que gana más representantes en la asamblea.

Porque yo creo que la Asamblea Constituyente no puede ser una consigna vacía. Y ahí coincido con quienes cuestionan que la izquierda repita el mantra de la Asamblea Constituyente como si fuera solamente un asunto de ir a votar. Lo que tiene que discutirse es un proceso constituyente. Es decir, ¿cuáles son las razones por las cuales necesitamos un nuevo pacto social? ¿Cuáles son los contenidos? ¿Cómo discutimos, por ejemplo, la relación del Estado y la economía? ¿Es válido, por ejemplo, que en nuestro país cada vez que se intenta, por ejemplo, plantear mecanismos de regulación al poder de los sectores económicos, nos digan que no se puede porque la Constitución lo prohíbe? Pues habrá una discusión en qué cosas y en qué situaciones sí debe haber un peso fuerte regulatorio del Estado para evitar los abusos en el mercado de concentración de precios o de posesión de dominio o de oligopolios abiertamente.

¿Te sientes representada por alguien en el Congreso?

Yo creo que hay personas que están intentando dar la pelea. Yo, como muchas personas, no me siento completamente representada por nadie en particular, pero sí sería injusto decir que no hay personas que se distinguen del resto de prácticas mafiosas que estamos viendo en el Parlamento.

En las próximas elecciones, alguien que diga que va a revertir todos los cambios mafiosos que ha hecho el Congreso, quizá tenga cierta ventaja, porque habrá quien esté interesado en que esto cambie. La pregunta es, ¿la izquierda que tú representas puede llegar a convertirse en el bloque sólido que pueda revertir esto, con un buen número de representantes? Porque, una vez más, en los últimos tiempos no les ha ido bien electoralmente.

Yo creo que la tarea en este momento, incluso más allá de lo electoral, es dar la pelea para evitar que siga profundizándose el poder que tiene hoy esta coalición mafiosa en el país.

¿Sin votos en el Congreso? ¿Cómo se hace eso?

Por supuesto, la tarea es electoral. Hay que intentar que haya un sector que represente la demanda de quienes hoy día rechazan el Congreso, que pueda desmantelar todas estas decisiones que se han tomado en diversos ámbitos, pero que vaya más allá, que no solamente se quede en que hay que deshacer las decisiones que se han tomado, sino también que sea capaz de construir, como digo, nuevas reglas para un país que está exigiendo justicia, orden y bienestar.

¿Votaste por Pedro Castillo?

Voté por Pedro Castillo, claro, además hice campaña por la elección de Pedro Castillo en la segunda vuelta.

¿Estás satisfecha con tu voto?

Nunca me voy a arrepentir de mi voto. En esa segunda vuelta no había ninguna opción para evitar que el fujimorismo llegue al poder por la vía democrática.

La excongresista sostiene que la izquierda no ha sabido entender a los sectores que salieron a protestar contra Boluarte y el Congreso. Fotografía: Archivo La República.

La excongresista sostiene que la izquierda no ha sabido entender a los sectores que salieron a protestar contra Boluarte y el Congreso. Fotografía: Archivo La República.

Hay gente que piensa que con lo que pasó con Castillo, probablemente la izquierda no tenga expectativas electorales en un par de décadas. Mi pregunta es, ¿quién le ha hecho más daño electoralmente a la izquierda? ¿Pedro Castillo o la señora Villarán?

Bueno, la señora Villarán era una persona que militó en la izquierda de manera orgánica. En el caso de Pedro Castillo, él no necesariamente ha sido militante, pero fue, claro, respaldado por la izquierda. Pero yo te diría que no se trata de echarle culpas a los demás, sino de asumir también nuestras responsabilidades. Yo creo que nuestro voto, en el caso de Castillo, es un voto que la ciudadanía entiende perfectamente. Muchos no hemos sido parte de su gobierno, pero votamos por él, como te digo, porque era la única opción para evitar que este país fuera tomado y asaltado, como lo está haciendo ahora, por la mafia. Creo que la mayor lección que nos ha dado esta crisis política es que hay una ciudadanía movilizada exigiendo que se concreten los cambios que dieron la victoria a Pedro Castillo. Y eso es algo que, como izquierda, todavía no hemos podido entender plenamente. ¿Cómo representamos a esos sectores del país, que son los primeros que salieron a ponerle un pare al Congreso y al gobierno de Boluarte?

¿La izquierda no representa a esos sectores?

Yo creo que esos sectores están muy alejados de la izquierda. Hay quienes en la derecha piensan, porque les falta darse una vuelta por la realidad, que son sectores inmediatamente movilizados por la izquierda y es todo lo contrario.

Quería volver a la pregunta que te hice hace un rato. Me parece que no quieres entrar al juicio de valor sobre quién ha sido más nocivo para la izquierda, si Castillo o Villarán.

Bueno, porque son personajes distintos. Villarán, como te digo, era una persona que perteneció en su momento a la izquierda, lideraba una coalición de partidos de izquierda. Con Pedro Castillo hubo una alianza de un sector de la izquierda para la segunda vuelta y un voto mayoritario.

Hace unas semanas tuviste una conversación áspera con Jaime Chincha sobre las elecciones en Venezuela y ahí lanzaste esta frase: “Venezuela es una dictadura igual que el Perú”. Yo sé que eras crítica del Congreso, de la señora Boluarte, de las decisiones mafiosas que han tomado…

Y también del señor Maduro, por cierto.

Ok. Lo que quiero decirte es que evidentemente no somos Venezuela.

Mira, yo fui muy clara en señalar que para mí todas las personas que hayan violado derechos humanos deberían estar en la cárcel. Lo dije muy claramente. También dije muy claramente que lo que ha ocurrido con estas últimas elecciones en Venezuela es cuestionable totalmente, pero hay quienes se esfuerzan en la prensa peruana para que hablemos de lo que pasa en Venezuela y no hablemos de la situación de dictadura, de falta de democracia, de autoritarismo que está ocurriendo en el país. Yo creo que hay una dictadura parlamentaria. Tenemos un Congreso que hace y deshace, que no tiene contrapeso. Que alguien me diga cuál es el contrapeso que tiene hoy el Congreso de la República. No tiene un Ejecutivo que sea un contrapeso. No tiene un Tribunal Constitucional, no tiene una Defensoría.  

De acuerdo, pero lo que van a poner en duda es tu afirmación de que existe una dictadura parlamentaria. Van a decir que es un eslogan, no van a aceptar ese concepto.

Bueno, podemos debatir el concepto, pero yo no me quedo en los conceptos. Yo lo que preguntaría es, si es que no estamos ante una situación grave, de afectación de la democracia que está siendo ejercida, no como en las dinámicas tradicionales autoritarias por un jefe de gobierno o por una cabeza del ejecutivo. En este caso, quien está instalando estos procesos de autoritarismo, es el Parlamento.